El conquistador
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Presumía de ser un gran conquistador, allí donde iba muchas mujeres se interesaban por él,  ni el mismo sabía si se acercaban por su mirada, por sus 50 años bien llevados o simplemente por el portento de voz que sacudía los altavoces de los karaokes que visitaba en su tiempo libre.

Allí tan lejos estaba ella, la soledad que abrumaba a Juan Carlos todas las noches le obligaba a entrar en aquella red social de contactos en la que conoció a Alicia, noches eternas de conversación hacían que cada vez resultara más íntimo, ellos mismos se daban cuenta que era una relación muy especial, el un gran directivo aficionado a la música y ella una profesora que había estado tristemente casada con un político durante tantos años.

La diferencia horaria que les separaba se hacía terrible en la vida de estos dos enamorados, el en Francia y ella en Suecia, aunque actualmente residía en su país natal.

Aquella noche era especial, ambos habían pasado horas mirando los relojes para que la hora en la que se daban cita llegara. Juan Carlos, guardaba muchas fotos íntimas de Alicia en su pc y en su móvil y pasaba horas admirando a su musa. Se conectaron por Skipe casi simultáneamente, ella estaba preciosa con una blusa verde que resaltaba el color de sus ojos del mismo color, el, con su habitual camisa y su corbata negra de gran directivo. Se saludaron, y ella empezó a coquetearle, se tocaba el pelo y pestañeaba mientras se marcaban unos tímidos hoyuelos, él tenía ganas de verla en persona, y se cocaba nervioso el nudo de la corbata, con un guiño de ojos ella empezó a desabrochar despacio los dos botones que sujetaban la blusa a su pecho, la entrepierna nerviosa de Juan, empezó a revolverse inquieta, con una mirada ambos sabían que por primera vez, mantendrían una relación sexual por medio de la cámara web de sus Pc.

Estaban ansiosos por que el otro tocara y besara la piel del otro, ansiosos por comerse sin dejar un solo rincón, los pezones de ella ya se asomaban entre la blusa, pezones erectos deseosos de ser lamidos y mordidos, la piel erizada de imaginar el contacto con Juan.  La camisa de Juan estaba desabrochada, su cinturón también, en una de sus manos había cogido su miembro y se lo tocaba, se tocaba como si fuese la misma Alicia quien lo hiciese, estaba pegado a la pantalla mientras ella le mostraba su cuerpo y se contoneaba delante de la cámara de Juan. Ansioso de llegar al clímax, le pidió a Alicia que comenzara a tocarse la entrepierna, ella muy obediente se colocó sobre la mesa, Juan consiguió tener una visión perfecta, ella tenía una entrepierna interesante, unos labios rosados que pedían sexo, sexo que juan estaba dispuesto a darle, juntos se tocaron hasta el punto máximo, en que Juan alcanzo el orgasmo, ella al ver la rapidez que había tenido su cómplice, saco un juguete erótico y se lo metió una y otra vez, Juan podía oír como vibraba, los gemidos de Alicia,  era una melodía vibrador y gemido, una y otra vez lo introducía, cada vez más al fondo, mientras tocaba y lamia sus pezones con tanto entusiasmo que sentía como si el mismo lo estuviese haciendo, hasta que llego a el orgasmo que había imaginado que tendría con Juan alcanzando tal placer que hasta se pudo ver como volteaba sus ojos y los dejaba en blanco.

Después de estar perplejo de ver a esa hermosa mujer masturbándose para él, su sed no se calmó, su sed se hizo aún más grande, tras unas tiernas palabras, ambos fueron a la ducha, allí Juan no olvidaba lo que acababa de ocurrir, y comenzó a tocarse de nuevo pensando en la increíble figura de Alicia, sus labios rosados, sus pezones erectos y su boca, aquel deseo carnal, aquella inteligente mujer que deseaba.

 

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