Viernes
Por fin había llegado el día! la víspera de Noche Vieja, con la debida anticipación habíamos planeado nuestra cita, nos veríamos para cenar y recibir juntos el día de navidad. Me levante muy temprano para ir a esperarte en el avión en el que llegabas. A las 10:30h tocabas suelo y pasando unos minutos nos encontrábamos dándonos un fuerte abrazo, besándonos. Olvidándonos del resto de la gente que a nuestro alrededor corría apresuradamente para recoger maletas o simplemente para recoger a algún familiar o amigo. Para nosotros el tiempo comenzaba, pues pasaríamos juntos una semana completa.
Nos soltamos y saludamos alegremente de poder estar juntos otra vez. Caminamos en dirección al Coche a través del parking para partir hacía el lugar donde pasaríamos esta celebración. Pusimos tu maleta en el maletero y te abrí la puerta para que subieras. Una vez dentro encendí el motor para iniciar el viaje rumbo a Noja.
Conversamos, reímos mientras tomaba la carretera en dirección a la costa, tu mirada fijada permanente en mis ojos, en mi cuerpo me excitaba y te lo dije. Sonreíste y mientras me decías que estabas feliz de estar conmigo y que no perderías ocasión de demostrármelo. Así entonces comenzaste a desabotonar tu blusa. El aire que entraba por la ventana comenzó a sacudirla poco a poco la curva de tus pechos se hizo notar, me mirabas divertida y comenzaste a acariciar tus pechos suavemente logrando estimularlos. Los pezones reaccionaron ante tus manos y mi mirada. Dándome así una visión de dos pechos deseosos de ser acariciados, estire mi mano tocando la piel que envolvía esos pechos, pellizque ambos pezones que parecieron endurecerse aún más. Mi cuerpo reaccionaba, tú quitando mi mano de tus pechos me dijiste que prestara atención al camino, que me calmarías. Cubriste tus senos con la blusa sin abotonar, te reclinaste sobre mi pierna usándola como una almohada, tu mano empezó a deslizarse por mi pierna acariciándola hasta llegar justo sobre mi bulto endurecido, sin dudarlo con tres dedos cogiste el botón, el cierre y lo bajaste. Tus dedos comenzaron a hurguetear entre la ropa hasta tomar contacto con mi piel, con las yemas de tus dedos recorriste la forma de mi sexo dibujándolo.
Sacaste entonces tu mano, ahora con las dos, soltaste el cinturón, el botón del pantalón, soltaste todo pidiéndome que me levantara solo un poco del asiento. Al hacerlo deslizaste mi pantalón, poco a poco me lo quitaste, sólo me dejaste con mi slip que apenas me cubría la excitación que me provocabas. Acariciando mi sexo sobre la tela, excitándolo más y más. Me preguntaste:
- ¿Cómo te sientes?
- Apunto de estallar. Conteste.
Te reíste, me soltaste por unos momentos mientras me decías que me relajara y no perdiera de vista el camino. Volviste al asiento del copiloto y mirándome me dijiste que me querías mucho, íbamos a disfrutar todos estos días mientras estuviésemos juntos. Hablándome así te quitabas la blusa descubriendo tu torso, liberándotelos pechos deliciosos que me volvían loco. Me miraste , tomaste en tus manos ambos pechos levantándolos y me dijiste que ambos me deseaban , tus manos los liberaban volviendo a reclinarte sobre mis piernas, tomaste el borde de mi slip dejando al descubierto mi pene. Cuando tu mano tomó su presa, apoyada sobre mi pierna tenías como propósito a la tarea de provocarme placeres, aferraste mi sexo por su contorno comenzando a deslizarlo entre tus dedos, simulando una penetración, el placer que me causabas hizo que mi pene se mojara en su líquido seminal lubricándolo, viendo de cerca como me mojaba te acercaste más abriendo tu boca, tu lengua se asomó lamiendo el tronco hasta llegar sobre la punta de mi glande donde fuiste lentamente tomando cada gota del semen que asomaba hasta acomodarte de tal forma que tu cabeza entera quedo sobre mis piernas . Mi pene se deslizó dentro del fuego de tu boca donde comenzó a ser comido y lamido, para cuidar la fuerte excitación me chupabas luego me liberabas unos segundos y luego volvías a comerme. Deliciosamente, durante más de media hora viajamos así. Muy excitada no parabas de devorar mi pene y yo, aún más, ya casi no podía contener las ganas de acabar. Fue entonces cuando te dije:
- Ya no me siento capaz de resistir más el placer. Dándome un respiro me dijiste
- Amor, no te resistas más. Acaba en mí.
Volvió a introducirme en su deliciosa boca, comenzando a chuparme con la clara intención de agotar toda mi resistencia. Entonces abandoné mi control dejándola hacer su propósito para acabar lo que había empezado, un gemido salió delo más profundo de mi garganta. Mmmmmm, fue toda la respuesta sentí como apoyaste toda la lengua sobre mi glande, de inmediato mi pene comenzó a convulsionar eyaculando con una primera descarga de semen que retuviste con tu lengua, una segunda emisión que también retuviste en tu lengua y finalmente una tercera que dejando que saliera libre sin la presión de tu lengua, así reiniciaste una mamada mojando todo mi tronco con el semen que habías retenido. La tarea de ir lamiendo en tanto mi pene sufría de un permanente temblor de placer que tu lengua prolongaba deliciosamente, así lamiste todo mi tronco dejando limpio de su explosión de placer. Tomaste mi pene por la base y lo presionaste fuerte logrando así que un poco más de semen asomará por la punta del glande, con la punta de tu lengua lo tomaste, te levantaste de tu posición, volviendo a tu asiento, y mirándome asomaste tu lengua con sus gotitas de leche y cerrando tus ojos apoyaste la cabeza en el asiento y lo saboreaste como si fuera miel.
Esta visión causo un estremecimiento en mi pene, manteniéndolo duro, sin abrir tus ojos me dijiste.
- Necesito que me penetres ahora.
Escuchando tu necesidad, me detuve a un lado del camino, me cambié a tu asiento levantándote de tal manera que quedaste sentada sobre mí, rápidamente levanté tu falda y retiré el tanga. Al sentirte expuesta bajaste tu mano por entre tus piernas aferrando mi pene apuntando a la entrada de tu vagina, tan pronto sentiste el contacto de tu cuerpo con el mío atrapaste mi sexo en una profunda penetración que te llevo de inmediato al orgasmo, el cual contenías, ansiosa por liberarlo. Así quedaste sentada sobre mí, ensartada por mi carne y tu vagina palpitante de placer mojando mi cuerpo con tus jugos. Rendida, apoyada sobre el panel, hasta recuperar tu aliento y girándote para besarme tiernamente.
Reímos por la situación, nos separamos para asearnos y arreglar nuestra ropa, el camino se había adelantado bastante y aún nos quedaban algo más de media hora para llegar a nuestro destino. El resto del tiempo lo dedicamos a hablar de lo acontecido a cada uno en el último tiempo y así poner al día los acontecimientos.
Continuará…
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