Sarah, si tú me miras….
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Sarah, tu que me miras tanto. ¿Por qué será? Nos vemos todos los días en el trabajo y aun así, me sigues mirando. Pero, ¿acaso no me conoces? Si, aunque solo sea de vista, de hablar un rato en el curro. No sabes como soy, aunque puedas imaginártelo. Aun así, me sigues mirando. Día tras día. A veces disimulas, a veces no. A veces me sostienes la mirada, a veces no.

Eso sí, nunca sonríes al mirarme. Si te cuento una chorrada o hago doblaje, jeje, entonces si te ríes.

(Os explico lo que es el doblaje. Cuando un jefe se pone a hablar con otro o con un compañero, yo imagino, más bien me invento lo que dice y así lo doblo)

Pero con todo, tus miradas son serias. A veces me gustaría ser como el profesor Xavier de los X-Men y saber qué es lo que piensas. Que es lo que pasa por tu cabeza y si te gusto o solo me miras por mirar, por curiosidad o porqué.

En el fondo, tú me gustas. Eres guapa y eso. Atractiva, aunque seas un poco seria. No te abres mucho, más bien nada, pero como soy idiota, me gustas. Sí, me gustaría agarrar tus manitas pequeñas y decirte que me gustas, que te quiero, ¿o es muy pronto para eso? Bueno, no importa.

También me gustaría besar tu boca. Meterte mi lengua y sobarla toda. (Tu boca, claro)

También me gusta tu cuerpo. Tienes un buen par de… tetas. Si, de tetas. Y un buen par de muslos y culo que se adivinan bajo tus vaqueros. Y luego está tu melena negra y larga. Y esos dos colmillos un poco torcidos que veo cuando te ríes.

Pero, no creo que yo te guste. Además, ni me atrevería a preguntártelo, total, para que me digas que no te gusto.

Ahora estoy tumbado en mi cama, mirando al techo e imaginando tu cara. Tengo mi pantalón del pijama bajado y mi pene esta medio erecto con el recuerdo de tu cuerpo. Me acaricio el pene mientras cierro los ojos y veo tu cara sonriendo. Es curioso porque te veo igual aunque los cierre.

Comienzo a subir y bajar mi mano por él. Mi pene se pone duro al máximo en poco tiempo. Cojo lubricante porque está un poco seco y me unto con él.

Ahora mi mano se desliza mucho mejor. Sube y baja muy rápido. Sigo viendo tu cara, pero no me imagino follándote.

Solo me masturbo, sin más. Aunque tienes unos buenos muslos y un buen culo como os dije, y debes de tener un polvazo, no me imagino entre tus muslos todavía.

Sigo meneándomela a un ritmo normal, ni muy rápido, ni muy despacio. Me concentro solo en mi pene y en lo que siento y me aíslo de todos los ruidos. De repente, veo la cara de Sarah sobre mí.

Se agacha y me besa la boca. Después, baja hasta mi pene y comienza a chupármela. Pero en realidad no está ahí.

Soy yo el que sigue masturbándose. En mi imaginación, ella interactuó conmigo, cosa que hasta ahora no había hecho.

Estoy al borde del orgasmo. Quiero retrasarlo lo más posible, pero no si se podré.

Me paro, pero mi pene empieza a soltar líquido preseminal. Me estoy corriendo, pero sin orgasmo.

Ay, Jolín, Sarah, pienso. No puedo más.

Vuelvo a retomar el ritmo y eyaculo bien fuerte. Me salen unos chorros grandes, como si fuera un actor porno. La verdad es que llevaba varios días sin masturbarme y por eso me he corrido tanto.

Me limpio bien y ahora veo a Sarah tumbada desnuda junto a mí. Vaya por dios, ahora que mi cuerpo está a su alcance, acabo de irme y no tengo ganas de sexo.

Acerco mi mano, pero esta desaparece. Otra vez mi imaginación me juega malas pasadas.

Al cabo de un rato decido dormirme. Cuando lo consigo, no sueño con Sarah, no la veo para nada.

Despierto al día siguiente. Me voy a trabajar y cuando llego, allí esta ella. Me desea buenas tardes y vuelve a repetirse la rutina diaria.

¿Algún día tendré el valor de decirle que me gusta y acabaremos los dos desnudos tumbados en la cama y haciendo el amor?

Quien sabe Sarah, de ti depende… ¿o no?

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