Capítulo 12   La verdad , desastre, boda y sorpresa.
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Caminábamos a paso humano hacia nuestra casa. Me mantuve en silencio tratando de procesar el hecho de que mi padre se hubiera tomado tan bien la revelación.

– Bueno, di algo. Me instó Edward

– Sabes que me impacienta que te quedes tan callada.
– Estoy contenta de que Charlie se lo haya tomado bien. Ahora debemos pensar en cómo explicárselo a René.
– Bueno, he pensado que quizá estaría bien que Jake y Ness nos acompañaran.
Lo miré algo desconcertada.
– Lo digo por si pasa algo. Yo no puedo leer tu mente, si… algo sucede, necesitaré ayuda. Dijo algo incómodo.
– Entiendo, sólo dije, pero me puse nerviosa.
– En un principio deberás tomar las mismas precauciones que tomaste con Charlie, actuar como humana, tú sabes y sobre todo contener la respiración tanto como te sea posible.

A la mañana siguiente telefoneé a mi padre y luego a Jake para explicarles el plan. En cuanto estuvimos listos nos dirigimos a casa de Charlie.
Jacob llamó a la puerta.
–Hola Jake. Dijo mi padre

– Pasa.
Lo oímos sentarse, aún ocultos entre los árboles del bosque.
–Buenas tardes René. Dijo mi amigo.
–Hola. Dijo René, oír su voz por primera vez en tanto tiempo me provocó una gran emoción.
– ¿Qué es lo que te ha explicado Charlie?– preguntó Jacob.
–Bueno…comenzó mi madre con nerviosismo

– Que esto era algo complicado, dijo que comience a creer en los monstros, y que nuestra hija había cambiado demasiado físicamente pero que ella está bien y que somos abuelos ¿todo es cierto? preguntó.
–Sí. Respondió mi amigo ¿Estás dispuesta a aceptarlo?
Luego de eso hubo un momento de silencio. Agradecí que René se tomara esto en serio.
– De acuerdo. Dijo.

– ¿Y Bella está aquí? inquirió.
– Sí, pero antes quiero enseñarte una cosa, ¿crees que ella resista lo que te mostré a ti, Charlie? Ten en cuenta que esto no es apto para cardíacos. Dijo.
– Soy fuerte Jacob, enséñame. Pidió mi madre.
Luego de otra pausa mi padre dijo:
–Está bien. Vamos al patio trasero.
Nos deslizamos para poder ver la escena con nuestros propios ojos. Se me pusieron los pelos de punta. Jacob prefirió ocultarse entre los árboles para transformarse. Lo agradecí. El gran lobo salió lentamente de entre los árboles, el pulso de mis padres se disparó y René sofocó un grito.
Luego Jacob corrió hacia los árboles y regresó como humano.
Tomó casi tres minutos que mi madre fuera capaz de hablar nuevamente, y aún estaba agitada.
– ¿Que… significa…esto…?
– Ya te lo dije René. Contestó mi padre

– Comienza a creer en los monstruos ¡Uf! Esto sigue siendo difícil de ver… definitivamente me costará conciliar el sueño esta noche.
–Y ¿mi hija también se convierte en algo así? En… en… ¿una bestia? preguntó René su voz era un susurro.
– No. dijo Jacob

– Pero… ¿qué dices Charlie? ¿Pasó la prueba de fuego?
–Yo creo que sí– respondió mi padre

– Ven regresemos adentro, tengo que explicarte algunas cosas más antes de que puedas verla.
Una vez que se sentaron nuevamente mi padre habló:
– Bella no ha cambiado demasiado desde la última vez que la viste o… bueno si cambió. Esto es complicado. Ella no envejece, ni Edward… Charlie se quedó en silencio un instante esperando a que ella lo asumiera y luego continuó

– Además ahora tiene los ojos dorados como Edward, todo se debe a que ella se ha transformado en una… en lo que Edward es… bueno creo que ella te lo dirá… Y aun siendo humana tuvo a nuestra nieta, ella se llama Reneesme y aunque nació hace sólo siete años ya aparenta tener la edad de su madre.
– ¿Cómo es eso posible? preguntó mi madre.
–Ya te lo dije… ella no es del todo humana pero es muy tierna y especial ¿Crees que pueda conocerla antes de ver a Bella?
–Claro voy a buscarla. Dijo Jacob. Y se dirigió a la puerta.
–Ven Ness.  Le dijo y la tomó de la mano

– tranquila Bells, creo que esto puede funcionar. Me dijo.
–Oh. Dijo René en cuanto traspasaron el umbral de la puerta.
– ¿Cómo estás Nessy? dijo Charlie.
– Muy bien abuelito respondió

– Me alegra mucho conocerte al fin abuela. Dijo felizmente mi hija. René estaba muy impresionada a juzgar por su mutismo.
–También a mí. Dijo al fin mi madre, pude imaginarme como la estaría mirando. Reconociendo mis antiguos ojos en los suyos, los rasgos de Edward

– Eres hermosa. Esto es increíble. Ven aquí. Dijo René.

– ¿Cómo la has llamado? preguntó

– ¿A quién se le ocurrió apodar a mi nieta con el nombre de un monstro?
– Culpable. Dijo Jacob y rió.
– A mí no me molesta abuelita. Ness también rió

– Pero veo que tú opinas igual que mi mamá.
– Sí, he de admitir que es algo extraño pero lo prefiero. dijo René

– Seguro que fue idea de Bella, es tan tierno que haya pensado en nosotras para nombrarte cariño.
– No te apuntes el tanto. Dijo mi padre

– Su segundo nombre es Charlie, como Carlisle y Charlie juntos… bueno creo que es hora de que llames a los chicos Jake.
Inspiré profundamente llenando mis pulmones de aire limpio y preparándome mentalmente para la experiencia.
Edward tomó mi mano.
– Es su turno de batear, chicos. Suerte. Dijo Jacob y nos precedió hacia la entrada.
– Tranquila, todo estará bien. Dijo mi padre a René.
Nos quedamos en la puerta. A la vista de los presentes pero alejados esperando la reacción de mi madre.
– ¡Oh! ¿Bella? ¿Realmente eres tú? solo dijo.
Asentí secamente. Quería conservar el aliento.
–Acércate, Bella. Me dijo Charlie.
Lentamente me acerqué hasta quedar a sólo un metro de ella.
Se levantó de donde estaba y me abrazó y sin decir nada más comenzó a llorar la envolví con mis brazos suavemente, también lloré a la manera que los de mi especie suelen hacerlo.
– Ya veo lo que decías Charlie, esto es totalmente increíble. Logró decir mi madre

– Oh, Bella te extrañé tanto.
– Yo también mamá. Dije

– no te imaginas la falta que me hiciste.
Se apartó para mirarme con los ojos aún anegados en lágrimas.
–Tu voz es diferente… tranquilamente podrías ser cantante de ópera, y rió.
Era muy perceptiva.
–Estás hermosa. Me alabó mientras se sentaba en su lugar y yo ocupaba el mío en otro sillón junto a Edward.
–Gracias. Le dije y se me acabó el aire.
– Es un gusto volver a verte René.  Dijo Edward.
–Lo mismo digo Edward–
– ¿No te ha acompañado Phil?– preguntó mi marido.
– No, no pudo venir, pero les envía saludos. ¿Cómo es posible que no hayan envejecido? preguntó René.

Tomé la mano de mi marido y él se percató de lo que me ocurría, por lo que apretó firmemente la mía.
Al inspirar, el aroma de la sangre más deliciosa que jamás hubiera sentido ardió en mi garganta.
No pude ni quise controlar el fuerte gruñido que emergió de mi pecho. La ponzoña inundó mi boca y mi visión se tornó roja.

De repente sentí emerger en mí al monstruo que realmente era, el que había estado dormido en mí durante todo este tiempo y que ahora reclamaba ser alimentado. Ya nada me importaba; yo era un depredador y ellos eran mi presa.
Me erguí lista para tacar y enseñé mis dientes de modo amenazador.
La mujer sólo se quedó inmóvil paralizada por el pánico, al igual que su acompañante. Esto sería muy fácil…o eso creí.
El vampiro que me acompañaba me cerró el paso justo antes de que me abalanzara sobre la mujer, mientras ella lanzaba un grito de horror. Pero yo no me daría por vencida. Ella tenía la sangre más dulce de lo que hubiera podido concebir. Ella era totalmente deliciosa. Ella sería mía.

En lugar de atacarme, como esperaba el vampiro me gruñó. Luego, comencé a maniobrar para poder alcanzar mi objetivo, pero él era demasiado rápido y la joven que lo acompañaba intentaba hacer que los aterrados humanos se levantaran y se alejaran de mí. Lancé otro gruñido de frustración.
Luego mi contrincante se abalanzó sobre mí, y una vez más, aunque esperaba su ataque frontal, me equivoqué; rápidamente se escabulló por un lado y cuando lo percibí nuevamente, sostenía mis brazos firmemente tras mi espalda.

En el mismo segundo el otro hombre gritó:
– ¡Ness, sácalos de aquí ahora mismo y llama a los demás! y luego se sacudió antes de convertirse en un gran lobo.
Al ver que mis presas se escapaban luché por desasirme pero no lo logré y lancé un grito de frustración. El vampiro tiró de mí, mientras yo volvía a gruñir.
–Cálmate, Bella. Me pidió.
Pude oír el llanto de pánico de los dos humanos en la habitación contigua.
El vampiro tirando y el lobo gruñéndome amenazadoramente, lograron luego de un momento sacarme de la casa.
Aún seguía luchando contra su agarre cuando llegaron los demás.
Entre todos forcejearon para internarme en el bosque.
Los brazos que me sujetaban se aflojaron pero ni siquiera pude hacer un movimiento y los reemplazaron otros, aún más fuertes. Me di cuenta de que ya no podría escapar…

Una vez fuera, y lejos del aroma de mis padres, llené mis pulmones de aire limpio.
Emmet sostenía firmemente mis brazos sobre la espada.
Edward tomó mi rostro entre sus manos y mis ojos negros se reflejaron en los suyos.
En ese momento el odio, la ira, la sed, dejaron en su lugar la vergüenza, el asco, y lo más terrible e insoportable: el dolor.

– Suéltala Emm, ya pasó. Dijo Edward.
– ¿Estás seguro? Jazper no estaba de acuerdo.
– Sí. Dijo.
Él me soltó lentamente, pero no sólo sentí libres los brazos, su agarre era lo único que me mantenía de pie. Temblaba. No sentía las piernas ¿Era eso posible?
Caí al suelo de rodillas y me cubrí la cara con las manos. Esto era terrible. Era un monstro. Un monstro salido de un cuento de horror. Una bestia.
Debía alejarme de ellos. Debía irme a donde ya no pudiera herir a nadie más.
No deje pasar un segundo y eché a correr.

– No, quedaros aquí ayuden a Jake y Ness, yo iré con ella. Escuché decir a Edward, su voz era un susurro cargado de dolor.
Corrí con todas mis fuerzas. Él no me alcanzaría. No lo permitiría.
–Bella, detente. Dijo.
Pero no lo hice. Estaba demasiado avergonzada, asqueada de mí misma. No me merecía la confianza de nadie y menos de mi familia.
– Bella, espérame, por favor. Pidió.
Quería continuar alejándome, pero aun así sentí mis piernas débiles. Tuve que reducir la velocidad.
Entonces él me alcanzó. Era el más rápido de todos nosotros, el más bueno, el más dulce, no lo merecía.
Me tomó por la cintura, obligándome a detenerme.
–– ¡No! Grité.

– ¡Vete! ¡Déjame sola! me sacudí entre sus brazos presa del dolor. Caímos al suelo de rodillas. Me cubrí el rostro con las manos y comencé a sollozar.
– No. dijo

– Yo soy el culpable de esto… lo siento. Estaba llorando. Sus palabras y el tono de su voz me paralizaron. Sufría por mi culpa. Me había prometido no volver a hacerle daño.
Volteé para abrazarlo, él no era el culpable de lo que había pasado. No podía desquitarme con él. Oculté mi cara en su hombro. Me sostenía, era mi vida, mi destino y ahora le necesitaba más que nunca.
Inhalé llenándome de su esencia. Nos quedamos así un momento y luego lo miré a los ojos, eran tiernos, pero tristes.
– Lo siento. Le susurré

– No quise gritarte. Te amo. Dije y lo besé

– No te culpes por esto. Tú no atacaste a nadie. Yo intenté matar a mi mamá. Dije horrorizada y cerré los ojos. Él me abrazó fuerte.
– Ay Bella, lo lamento tanto me susurró y besó mi frente

– Pero ¿Qué te ocurrió? preguntó y sostuvo mi mirada.
– Es sólo que… no logré controlarme, ella huele tan… bien. Susurré avergonzada.
– Oh, ¿quieres decir que es la tua cantante? preguntó impresionado.
– Eso creo. Dije.

– Fue horrible… ella estaba horrorizada. Debes ir, Edward, debes ir y ver que esté bien, por favor. Te prometo que te esperaré aquí.
– ¿Me lo prometes?
– Sí. Dije y me besó

– Dile que lo siento y que la quiero. Me miró parecía querer asegurarse de que no le estaba mintiendo. Le devolví el beso.
–Está bien. Dijo al fin, y echó a correr lo más rápido que pudo.
Esos diez minutos se me hicieron terribles, enloquecedoramente largos, las imágenes de mis padres horrorizados llenaron mi mente. El grito de René. Mi cara, deformada por la sed de sangre, reflejada en sus ojos vidriosos.

Edward regresó acompañado por Jake y Renesmee.
– Mamá, ¿estás bien? preguntó.
Asentí. Ella me abrazó.
– ¿Cómo están? pregunté.
– Más tranquilos, Carlisle les explicó todo y Jazper está ayudando a calmar los ánimos. Dijo Edward.
– La abuela dice que te quiere mucho y que no te sientas mal, que te comprende y que te esperará todo el tiempo lo que necesites. Me dijo mi hija y su voz temblaba.
–Vamos a casa. Me dijo Edward y tomó mi mano.
– Gracias por todo Jake. Le dije y me sonrió.

Luego de eso, los días pasaron lentamente mientras yo trataba de encontrar una forma de subsanar mi error. Necesitaba disculparme con René. Quería encontrar la forma de estar con ella sin ponerla en peligro.
– ¿Dónde está Alice? pregunté al entrar en la estancia y no verla por ninguna parte el día antes de la boda.
–En casa de Charlie, ayudando con los preparativos ¿Dónde más?  dijo Rosalie.
Negué con la cabeza, en gesto de falsa tragedia y Rose rió.
–Bella, ven. Me llamó Esme desde lo alto de las escaleras.
La acompañé y entramos en su estudio. Durante estos últimos años había pintado muchos cuadros de mi hija.
Nessy había llegado para cubrir el hueco que había dejado el hecho de que ninguna había podido tener hijos. Eso me hacía sentir bien. Todo mi sacrificio por ella estaba siendo recompensado con creces.
– ¿Bella? me llamó Esme para sacarme de mi ensimismamiento. Me había quedado parada en la puerta.
– Disculpa dije

– Todos son preciosos. La alabé señalando los cuadros.
– Oh, gracias cariño, ya sabes que me puedes pedir el que quieras. Dijo

– Edward me contó que has estado buscando la forma de poder acercarte a tu madre sin peligro. Continuó.
–Sí, es cierto. Bajé la vista cada vez que la mencionaban recordaba su cara de pánico y me inundaba la vergüenza.
–Pues creo que he encontrado la solución, es bastante sencillo. Explicó mientras yo la miraba con los ojos muy abiertos por la sorpresa

– Tu problema es su olor, entonces no respires cerca de ella. Será incómodo, pero podrás acercarte a ella sin ponerla en peligro. Me sonrió mientras tomaba una libreta y un lápiz.

– Si quieres comunicarte, usa esto.
Me sentí tonta. Era tan evidente que no podía creer que lo hubiera pasado por alto. Tenía razón, podría volver a ver a René, podría pedirle perdón personalmente.
Recorrí el espacio que me separaba de ella y la abracé.
– Gracias Esme, no puedo creer cómo no me di cuenta de esto. Dije.
– Fue idea de Edward, dijo justamente lo mismo que tú. Se rió.

Así llegó el día de la boda.
– Ven mami. Me llamó Ness desde su cuarto

– ¿me ayudas a ponerme esto? me paré tras ella y le abroché un collar.
– Estás preciosa amor. Le dije.
– Gracias, tú también. Me alabó.
– ¿Están listas? preguntó Edward apoyado despreocupadamente sobre el marco la puerta.
– Sí. Dijo Ness, antes de que llamaran a la puerta, era Jake y se llevó a mi hija.
En cuanto nos quedamos solos miré a Edward, mientras se acercaba a mí.
–Estás totalmente indecente con ese smoking – le dije – me frunció el ceño, lo tomé por el cuello y lo besé.
–Tú también– me regaló mi sonrisa favorita– ¿cómo estás?– me preguntó acariciándome el rostro.
–Algo ansiosa, pero muy contenta– le dije– Gracias Edward no sabes cuánto significa esto para mí. Ya me había resignado a no poder ver a mis padres nunca más, y ahora que ellos lo saben todo soy completamente feliz.
– No me lo agradezcas. Si tú eres feliz me haces feliz. No creo que te puedas imaginar lo que fue para mí verte abrazar a tus padres, su emoción, el hecho de que te aceptaran, o aún mejor de que nos aceptaran. Jamás hubiéramos imaginado que algún humano podía aceptarnos así sin más. Todos están tan gratamente sorprendidos…
–Bueno, quizá la locura sea hereditaria y sólo mi familia aceptaría de esa forma algo como esto– me reí y él conmigo.
– Bueno, ¿nos vamos? No quiero llegar tarde. Además no resistiré mucho más verte tan…– me mordí el labio. Era indescriptible su belleza. ¿Cómo lo describía? Insoportable. Estaba insoportablemente guapo.
– Mmm. me besó una vez más

– Sí, vamos, cuanto más rápido se acabe mejor.
–Te estás pareciendo a mí en esto de que no te gusten las fiestas ¿o es sólo mi imaginación? le sonreí.
– Eso creo. A Alice no le va a gustar. Dijo y se rió.
– Tranquila, todo va a salir bien. Me dijo mi marido cuando nos bajamos del coche.
– Hola Bella, estás muy hermosa. Me saludó Seth

– Alice les comentó a todos sobre tu problema, lo siento. Dijo.

Hola hermano. Gracias Tú también te ves bien

– Eso suena estupendo. Ahora tengo una hermana vampira. ¡Eso es muy guay!
Me sonrió y juntos nos acercamos a los demás.

La decoración en la Push era… de un irritante estilo Alice y recibió los halagos de todos los presentes, aunque eso no ayudó demasiado a mejorar el estado de ánimo que le producía no tener visiones.
Charlie y Sue se veían muy felices. Se acercaron para saludarnos.
–Felicitaciones. Les dijo Edward con fervor le tendió la mano a mi padre y besó caballerosamente la de Sue.
– Oh, Bella. Dijo Charlie nervioso mientras me abrazaba

– No sabes cuánto significa para mí que estés aquí hoy. Me besó la mejilla.
Y tú no sabes cuánto significa para mí que hayan aceptado esto. Estoy tan feliz por ti Te quiero papá

–Oh mi niña yo también te quiero. Dijo luego de leer mi nota.
Gracias por todo Sue, gracias por cuidar y querer tanto a mi padre y sobre todo, por darle una nueva oportunidad de ser feliz

 
–No Bella, no lo agradezcas. Estoy feliz de que hayas podido venir, y te prometo que cuidaré muy bien de tu padre y lo querré tanto como se merece por ser el gran hombre que es. Lo besó y Charlie se sonrojó. Le sonreí.
Cuando la feliz pareja se alejó para ocupar su lugar en la mesa vi a René.
Edward me alentó con un gesto para que me acercara a ella. La mayoría de los Quilleute me miraban con gesto ansioso, pero mi familia me miraba tranquilamente, plena de confianza.
Jazz acudió en mi ayuda.
Cuando René se percató de mi mirada se acercó a mí, pero no había miedo en sus ojos anegados en lágrimas, sino sólo comprensión.
Se detuvo a tres pasos de mí y me tendió su mano. Su calidez me inundó y di los últimos pasos para abrazarla.
– Oh mi pequeña. Exclamo René

– Te quiero tanto.
Yo también te quiero mamá, perdóname por lo que pasó, es algo que por ahora no puedo controlar. Lo siento tanto
Tenía tanto que decirle, tantas disculpas más para pedirle, pero fue lo único que alcancé a escribir antes de comenzar a sollozar sin lágrimas.
–Lo sé Bella, lo sé. Entiendo todo, no te angusties corazón. La familia me explicó todo, tranquila. Dijo abrazándome.
Cuando logré tranquilizarme, pude disfrutar de la fiesta. Todos se veían tan felices. Leah y Nahuel, a quien Edward dirigió una mirada para nada amigable, pero suavizó el gesto cuando presioné su mano, el semivampiro no se percató de esto.
Sam y Emily con su pareja de gemelos, Quill y Claire…
Seth se sentó en nuestra mesa, al igual que Billy, y lo pasamos realmente bien, aunque tuve que soportar las pocas burlas de Emmet por mi nueva forma de comunicación, digo pocas porque Edward se encargó de callarlo con un golpe la segunda vez y esa fue la última.
– Bueno espero que no dejes de querernos por tener dos hermanos nuevos ¿Eh Bella?– dijo Emmet.
Eso me hizo mucha gracia.
¿Celoso?
Él se rió.
Noté algo extraño a Jake durante todo el rato. Tenía un extraño brillo en los ojos, nunca lo había visto así.
En un determinado momento se irguió con una copa en una mano y una cuchara de postre en la otra para reclamar la atención de todos pero, a causa de los nervios, la golpeó tan fuerte que el cristal se rompió.
Entre la profusión de carcajadas me pareció oír surgir un gruñido en el pecho de Edward…

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