Habían pasado varios meses desde el cumpleaños más feliz de mi existencia y aún me duraba la emoción.
Recordaba en ese momento, mientras emprendía el camino de regreso a casa en compañía de mis hermanos luego de haber saciado mi sed.
Nessy se había divertido un poco a mi costa aquella noche.
Habían preparado un pequeño pastelito, en el que colocaron una vela para realizar el tradicional rito, ya que luego Reneesme se lo comería o eso creía yo…
– A que no eres capaz de probar un bocado. Me desafió mi hija mientras lo comía sentada en el sillón a mi lado.
– ¿A caso me crees un cobarde? pregunté y todos se rieron.
Ella me sonrió mientras tomaba una generosa porción con la cuchara y la orientaba a mi boca.
La sustancia era blanda y totalmente repulsiva. Lo mastiqué rápidamente y lo tragué sin ocultar su repulsión:
– ¡Buff! ¡Qué asco! Solté
– Gracias Nessy, ahora veo cuanto me quieres. Dije tratando de bromear pero sonó más mordaz de lo que pretendía.
Las comisuras de su pequeña boca se curvaron hacia abajo.
– Toma esto, se te pasará. Lo siento… me dijo tendiéndome un vaso con agua. Bebí y la sensación mejoró.
– No amor, sólo bromeaba. Le dije y me reí antes de besarle la mejilla.
– Además, lo hice ¿no es cierto? dije sonriendo con suficiencia. Ella me devolvió la sonrisa.
– Feliz cumpleaños papi, te quiero mucho. Dijo y me abrazó.
Salí de mi ensoñación cuando llegamos a la puerta de casa, supuse que Bella estaría allí, ya que Jacob se iba a llevar a Ness por la tarde a la reserva
– Hola Edward, ¿qué tal la caza? me preguntó Alice taponándome la entrada. Noté alguna extraña urgencia en su voz.
– Bien. ¿Qué te pasa?
– Nada– respondió y parecía que se esforzaba por pensar en las musarañas.
– Alice… dije con prevención.
Eso rompió su concentración y pude ver lo que ocurría.
Sin decir nada más me encaminé hacia el despacho de mi padre. Me detuve tras la puerta y entonces la oí:
LeahMentí sobre eso Carlisle. Créeme que no era mi intención engañarte y siento mucho haber tenido que hacerlo. Pero lo hice por Edward, para no hacerlo sufrir.Leah
– Entiendo. Contestó el con voz serena, pero sus pensamientos estaban cargados de pena que era sólo una mínima parte de la que yo sentía.
– La verdad es que los fármacos sólo te inmovilizan, pero no surten ningún efecto sobre la horrible sensación que produce la transformación– continuó Bella.
Entonces ella había mentido para protegerme, tal y como yo lo había hecho una vez. Ella realmente había tenido que sufrir todo ese calvario en silencio y lo había hecho porque me amaba, me amaba tanto como yo a ella. En ese momento usé toda mi fuerza de voluntad para quedarme donde estaba.
– Realmente lo siento, Bella. Dijo Carlisle esta vez sin ocultar su pena
– Es impresionante que hayas logrado soportarlo en silencio.
– Tú lo hiciste. Le recordó mi esposa
– Y lo hice por la misma razón que él soportó en silencio la tortura de Jane cuando logré salvarlo en Italia y por la misma razón que esperé para contártelo cuando él estuviera ausente, porque le amo y no soportaría verlo sufrir por mi culpa una vez más.
Mi corazón se hinchó de emoción al escuchar esas palabras, sentí los ojos repentinamente secos.
– Mi hijo es totalmente afortunado de haberte encontrado, no creo que exista en el mundo alguien que lo quiera como tú lo haces.
“Entra ahora hijo. Sé que estás escuchando y necesitas hablar con ella” pensó mi padre.
Entonces inspiré profundamente y me concentré en que mi rostro no mostrara ninguna emoción.
Llame a la puerta.
–Adelante. Dijo Carlisle.
–Edward yo…. ella trató de explicarse angustiada, y se levantó de su asiento en cuanto me vio.
Pero estuve a su lado al instante y le impedí continuar.
– Los dejaré solos. Dijo Carlisle y se encaminó hacia la puerta.
– No es necesario, nosotros nos vamos. Le dije y tomé la mano de Bella.
Abandonamos la casa sin pronunciar palabra y así nos mantuvimos hasta llegar a la nuestra.
–No tienes nada que explicarme, ya lo sé todo. Dije intentando que mi voz no le anticipara nada de lo que iba a ocurrir.
Se veía como si se fuera a echar a llorar. Se veía tan culpable como aquella mañana en la Isla Esme. Como si me hubiera causado mucho dolor en lugar de toda la felicidad y la emoción que sentía en ese momento.
Tome su rostro entre mis manos y la besé al principio suavemente para susurrarle:
– Dejaré de besarte cuando me prometas que no vas a comenzar a disculparte.
Tardó más de un minuto en recuperarse lo cual no me molestó para nada.
– Está bien, no lo hare. Dijo al fin.
Me aparté de ella a regañadientes.
– ¿Sabes? Una de las cosas que me hizo mucho más llevadera la situación fue que no te apartaste de mí en ningún momento. Cuando logré recuperar la conciencia sobre el paso del tiempo, contaba tus respiraciones esperando a que todo acabara.
Estuve a punto de responder a tus llamados y tus caricias pero no lo hice, porque temía comenzar a gritar– confesó.
Me quedé en silencio un momento, asimilando sus palabras. Recordé mi angustia al no ver ningún movimiento como respuesta y la cantidad de veces que le había pedido a Alice que me mostrara el futuro durante esos pocos pero eternos días.
–Ay Bella, ¿tienes una idea de lo preocupado que estaba en ese momento? Temí que no funcionara. Dije casi enfadado.
–Lo sé, lo siento. Dijo ella y comencé a besarla una vez más.
Luego oímos unos golpes en la puerta era Jacob, su olor me llegó al instante.
Bella se quedó en el cuarto y yo le abrí la puerta al licántropo.
De pronto me sentí transportado al pasado, al recuerdo de un recuerdo, al ver a Nessy dormida en sus brazos con su cara apenas humedecida por la lluvia.
– Gracias Jacob. Logré decir, tratando de volver al presente.
– Adiós. Dijo él y se internó en la oscuridad antes de que cerrara la puerta.
Entonces el recuerdo llenó mi mente sin que pudiera hacer nada para impedirlo.
Pude ver a Bella no muy lejos de allí. Estaba en el suelo, cubría su cabeza con los brazos y sus rodillas permanecían pegadas a su pecho. Tiritaba no sólo de frío sino también de dolor, un dolor que yo había provocado.
Luego Sam se había acercado, ya en forma de hombre y la había llamado, pero ella permaneció en silencio con la mirada fija en la oscuridad.
Luego Sam hizo la pregunta más estúpida de todas:
– ¿Te han herido? pero ella no era capaz de responder a ningún estímulo del exterior. Solo lo miró y él la levantó del suelo.
Al momento siguió la tortura: era ella desde distintos puntos de vista hecha una pena, ahogándose con palabras que no podía pronunciar, tomando su pecho como si tratara de mantenerlo en una sola pieza…Leah
Pero el tormento no terminó sólo con ese pequeño recuerdo regalado, a ese le siguió uno propio:
El rostro del Jefe Swan estaba rojo de ira y pude sentir que Bella temblaba levemente en mis brazos.
–Estoy aquí. Le susurré para infundirle valor y ella inspiró profundamente.
Después de fingir una despedida me subí a mi coche y esperé a que ella entrara en la casa conteniendo el aliento.
– ¡Estas metida en un lio bien grande jovencita! gritó Charlie con toda la fuerza que se lo permitían sus pulmones.
Sólo conduje tres cuadras y dejé el Volvo, para correr a una velocidad a la que ningún ojo humano hubiera sido capaz de verme y treparme por la ventana para esperarla en su cuarto.
–Ya lo sé– dijo Bella mientras su padre organizaba en su mente el castigo que le impondría. Escuche sus dos voces cuando dijo:
– No podrás salir de la casa hasta nuevo aviso ¿Soy claro? Y tampoco podrás ver a Edw…
– ¡¿Qué?! Ah no eso sí que no lo soy a aceptar papá. Edward no tiene nada que ver en todo este asunto, tú ya me impusiste un horario de visita por todo el asunto de mi desaparición, lo de las motos no tiene nada que ver con eso. Si quieres no salgo del límite de estas paredes, pero no voy a dejar que me prohíbas ver a Edward.
– ¿Que tú no me…? logró decir Charlie antes de que Bella lo cortara nuevamente.
– Si me prohíbes ver a Edward me iré de la casa papá y lo digo enserio.
Esa amenaza siempre era su haz bajo la manga y tuvo el efecto esperado o casi…
La mente de Charlie batió detrás en su decisión.
– Está bien podrás verlo pero sólo bajo mi estricta supervisión dijo.
Bella soportó en silencio el resto del sermón sobre su irresponsabilidad y luego se dirigió escaleras arriba.
– Dame unos minutos para ser humana. Dijo luego de regalarme un rápido beso y tomar sus cosas para darse un baño.
– Me parece que es un poco temprano para tu baño. Le comenté.
– Tal vez, pero estoy enfadada con Charlie, así que esta noche se quedará sin cenar o pedirá una pizza. Dijo en tono contenido.
– Está bien. Le dije.
– Vuelvo enseguida. Me dijo y me besó una vez más antes de abandonar la habitación.
Aproveché el momento para telefonear a Alice:
– Alice, por favor podrías…comencé.
– Sin problemas. Dijo antes de que le pidiera que fuera por el coche.
– Gracias, adiós.
– Adiós. Dijo y cortó la comunicación.
Esperé a Bella tendido en su cama, aún atento por si escuchaba a Charlie subir. Pero eso no ocurrió.
Bella entró en su cuarto y cerró la puerta.
– Bienvenida de nuevo. Le dije cuando se reunió conmigo y subió a la cama, y besé tiernamente sus labios.
– Aún no es hora de dormir, deberías estudiar para recuperar el examen de cálculo.
– Buena idea. Dijo e hizo una mueca antes de ir a sentarse en su escritorio.
Eso significó para mí más de una hora recostado en su cama en completo silencio, porque ya me imaginaba lo que pasaría si me sentaba a su lado…
De todos modos era lo único que era capaz de hacer por ella, era incapaz de alejarme más que esto.
Cuando llegó la hora de dormir se dirigió a la cama, donde la esperaba, a toda velocidad. La arropé y luego me abrazó. Su roce me resultaba exquisito y qué decir del aroma de su cabello.
– Siento lo que pasó con el Jefe Swan. Dije y esto le dibujó una sonrisa en los labios.
– No te preocupes sé manejar a Charlie.
– No, no es así Bella. Debemos aceptar el castigo sin rechistar. Será lo mejor, además en parte te lo mereces– Yo tampoco había dado crédito a mis oídos cuando mi hermana me lo contó.
–Lo sé– dijo, aunque esperaba que rebatiera mis argumentos
–Quizá sea lo mejor y el Jefe Swan me reduce la pena. Dijo y no pude evitar reírme.
–Pero lo mejor de todo es que él no sabe que tú pasas aquí todas las noches. Susurró y su exquisito aliento rozó mi cara.
–Ajá– comenté y ella bostezó
– Ahora deberías dormir– le dije y ella buscó mis labios una vez más. Luego se acurrucó más contra mí y procuré cubrirla con las mantas lo más posible, lo último que quería era que se enfermara por mi culpa.
Comencé a tararear su nana como siempre.
Pasado un momento noté algo extraño en su forma de respirar, pero no interrumpí mi canción esperando a que cayera en la inconsciencia.
Entonces noté algo tibio sobre mi camiseta para luego oír sus silenciosos sollozos.
– Bella, ¿Qué sucede? pregunté angustiado al percatarme de esto.
– No… es… nada… dijo ella con la voz rota. Y sus sollozos aumentaron.
Acaricié su cabello tratando de calmarla y sequé sus lágrimas con mi pulgar, pero pronto fueron sustituidas por unas nuevas. Su angustia me causaba una terrible impotencia.
– Por favor Bella dime qué te sucede, no soporto verte así. Le pedí
– ¿A caso te he lastimado? pregunté preocupado por haber ejercido demasiada fuerza, pensando que quizá podía haber perdido delicadeza estando todo este tiempo lejos de ella. Me odié una vez más por el tremendo error que había cometido.
Ella tomó un gran trago de aire para tratar de reponerse y recuperar su voz.
– Discúlpame, es sólo que… extrañaba mucho que me cantaras para dormir. Dijo mientras volvía a posar su cabeza sobre mi pecho y cerraba sus ojos.
– Lo siento tanto amor, te juro que nunca volveré a cometer una estupidez como esa– dije apenado.
– Lo sé, siento haber reaccionado así, no quise preocuparte. Dijo.
– Si lo prefieres puedo quedarme en silencio. Le propuse.
– No, no por favor, no te detengas. Me pidió.
– Te amo. Le susurré y besé su frente antes de empezar a catarle nuevamente.Leah
Pero por suerte Bella no se había percatado de mi dolorosa ensoñación y casi estaba agradecido de ello cuando se apartó de mí y posó su cabeza sobre mi pecho.
Pero levantó su rostro para mirarme y vi relucir la confusión en su semblante, no tuve tiempo de recomponer mi expresión, sólo alcancé a rodar mis ojos hacia un lado.
– ¿Qué te pasa, Edward? me preguntó. No hice ni el intento de responderle por miedo a que no me saliera la voz. Era incapaz de mirarla a los ojos. Le había hecho mucho daño, demasiado. Y para frutilla del postre la había convertido en una de los míos. Era un monstruo.
Ella tomo mi barbilla y me besó tiernamente. Para luego continuar a la espera de mi respuesta. Cuando no respondí insistió:
– ¿Qué es? ¿Hice algo mal? Contéstame pidió.
– No Bella, no hiciste nada mal. Tranquilízate. dije al fin.
– Entonces ¿qué te sucede? Hasta hace un momento estabas feliz…dijo.
– Nada, es sólo que a veces me atacan recuerdos horribles. Contesté en un susurro.
– ¿Qué recuerdos?. preguntó preocupada.
Cerré los ojos antes de decir:
– Recuerdos de la época en que yo… te abandoné. le confesé sin poder contener mi angustia. Entonces enterré el rostro en su hombro, sintiendo los ojos secos aunque hubiera deseado poder producir lágrimas para que apreciara mejor mi arrepentimiento.
Ella me abrazo y acarició mi espalda en silencio un momento.
Su aroma me resultaba tranquilizador, por lo que permanecí así tratando de calmar la ola de amargura que me embargaba.
Luego ella intentó apartarme empujando suavemente mis hombros, pero me resistí.
– No Edward, quiero que me mires a los ojos y escuches muy bien lo que te voy a decir– comenzó
– Mira sé que ese fue un momento muy difícil de mi vida, porque hay cosas que te marcan tanto que ni siquiera la transformación puede borrarlas. Sostenía mi rostro entre sus manos obligándome a mirarle a los ojos
– Pero no fue así sólo para mí; porque no me vas a decir que todo ese tiempo tú lo pasaste celebrando tu regreso a la soltería. Dijo tratando de bromear pero al no obtener el resultado deseado continuó
– Los dos la pasamos muy mal y el hecho de que yo no te haya visto con mis propios ojos retorcerte de dolor y extrañarme no cambia nada. Así que trata de olvidarte de eso, amor, hazlo por mí. Me rogó con voz tierna
– Podrías reemplazarlo por esto. Dijo y comenzó a besarme una y otra vez susurrándome un «Te amo» entre cada beso.
Y de a poco comencé a recuperarme, ella siempre encontraba la forma de hacerme sentir mejor. Se apartó para mirarme nuevamente y lo que vio le dibujó una sonrisa en el rostro y no pude evitar devolvérsela y luego preguntó, cambiando totalmente de tema:
– ¿Puedes decirme de qué color son mis ojos?
– Dorados respondí sorprendido. Cuanto tiempo ha pasado.
– ¿Ah sí? ¿Y puedes decirme qué significa esto? peguntó alzándola mano para que viera su sortija.
–Que me perteneces sólo a mí por el resto de tu existencia. Respondí divertido y eufórico.
– ¿Y eso te hace feliz? preguntó.
–Muy, muy, muy feliz. Respondí
–Está b…sólo logró decir antes de la silenciara con un beso apasionado y esta vez no nos detuvimos hasta el amanecer.