1 Alice.    La vida de Alice
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Hace mucho tiempo que mis padres decidieron internarme en aquel lugar, ya no me acordaba ni de sus caras, yo tenía sueños en los que parecía que podía predecir el futuro pero toda mi familia me daba por loca.

Había cumplido los 18 años de los cuales llevaba 9 en lo que llamaban casa de salud mental. Allí me daban pastillas de todo tipo, que si las de dormir, las de relajación y otras azules que me hacían perder la consciencia para cuando pasaba el doctor y la enfermera. El doctor decía que no era locura, que eran sueños y no visiones de futuro, cuando él me decía eso yo pensaba que en vedad todo lo que me decía mi familia era cierto.

El pasado jueves fue mi cumpleaños, nadie se había acordado de mí, lo pase sola como tantos otros, sobre las 4 paredes blancas de mi dormitorio, no puedo decir como deseaba que alguien me llevase a dar un paseo. O simplemente salir al patio a ver los árboles, las nubes y los colores de las flores, deseo sentir el calor del sol sobre mi piel, pero debía de conformarme con verlo todo tristemente desde mi ventana.

Aquella extraña noche tuve un sueño, no lo recordaba exactamente tal y como paso, pero en el alguien entraba en aquella casa y me liberaba. No recordaba su cara, ni siquiera como lo hacía pero lo que si recordaba era correr entre los árboles, me sentía libre… Ahora tengo aún más deseo de salir al exterior.

 

Aquella tarde el doctor pasaba a hacerme una visita, por supuesto no sé por qué aquella vez no le conté mi sueño no sabría decir cuando ocurriría o si en verdad eran visiones. Pero, tenía el presentimiento de que si esta vez se lo contaba me pondrían aquella camisa que no me dejaba respirar. Me daba mucho agobio, y entonces era cuando venía un señor mayor a pincharme algo, no sé decir lo que realmente era lo que me inyectaba  pero después dormía demasiado tiempo y cuando despertaba me la quitaban estando muy aturdida y mareada. Aquel lugar era horrible, cuando solía despertar escuchaba a gente gritar por el pasillo, a la vez que el eco de los gritos desgarradores. También lograba escuchar golpes pero parecía que eran del sótano. Muchas veces había tenido miedo de todos los sonidos que la gente de aquel lugar hacia, de los agudos chillidos y otros lamentos terroríficos.

 

Pero no todo eran cosas malas, también venia un señor madurito, de unos 45 años a verme, no sabía si era familia o simplemente alguien al que le caía bien, se llamaba Carlos, tenía una cartera grande donde traía los cuentos que me leía, a veces por mi curiosidad me traía algún periódico o la enciclopedia, Carlos por el día de mi cumpleaños me hizo un regalo, un póster impresionante , me dijo que era el mapa del mundo, hecho a mano, el mundo era grande y que algún día yo podrías visitar todos aquellos lugares, lo deseaba tanto que siempre le hacía miles de preguntas sobre las cosas que yo durante tanto tiempo me estaba perdiendo. Carlos venia de España, era Madrileño, decía que su país estaba rodeado de playas y que había muchos lugares hermosos, y que para venir hasta América había tenido que irse a otro país que se llamaba Portugal y coger un barco para poder llegar hasta aquí, también contaba que  en su tiempo libre venía a hacer visitas a los jóvenes que vivíamos en la casa. Trabajaba como profesor en una escuela para niños con discapacidades físicas. En verdad era la mejor persona que conocía desde que tengo uso de razón.

 

Me siento muy triste, intento recordar a mis padres, pensaba que a lo mejor tenia hermanos, primos, abuelos y demás familia, pero nada eso además de frustrarme me daba un enorme dolor de cabeza. Tenía tanto tiempo libre que solía quedaba dormida sin darme cuenta, tenía muchos sueños, parecían muy vividos y coloridos, solía pensar en tener novio, un trabajo y una familia que me quisiese, y hasta hermanos y hermanas, ahh.. Deseaba tanto poder vivir la vida de mis sueños que daría cualquier cosa, sería capaz de venderle mi vida al diablo si podía tener libertad y poder abandonar este lugar.  Como Carlos me decía

 

Para ir donde yo vivo, sigue esa luz, la veras brillar de noche, de color azul, entre el hormigón y el hierro de cada país hasta hacer una parada en mi cuidad, cuando llegues a las estación pregunta por mí.

 

Hacía varias semanas que no me visitaba, tenía ganas de verle, ya que era la única visita que yo tenía, ganas de que me contara más cosas de la cuidad. Pero esa misma noche volvió a aparecer el señor de las agujas, me daba pánico cada vez que el venia, pero ahí estaba acercándose con la aguja…. Y plash, las tinieblas me engullían otra vez.

 

Aquella noche soñé que la casa se venía abajo, alguien entraba dando golpes y todos gritaban, y de pronto solo oía silencio y una puerta se abría, la luz me cegaba los ojos y no conseguía ver a la persona que estaba en la puerta, no reconocía la silueta, de pronto lo tuve a mi lado y……

– Aaahhhhhhhhhhhhhhhhhh grite.

– No te preocupes pastelito, pronto acabara. Me dijo una voz masculina,

No podía moverme ya que me habían puesto aquella horrible camisa,

–Una presa fácil, me pregunto cómo no he venido antes a este lugar. Dijo la voz refiriéndose a sí mismo.

Pero yo no tenía fuerzas para resistirme es más…Sentía a cada momento que la vida se me iba, tenía mucho calor en el cuello…

– Tenemos que irnos! Dijo otra voz en el pasillo.

– Está bien a esta la sacare fuera y acabaremos con ella. Contesto.

Estaba muerta de miedo, me dolía el cuello y parecía que me quemaba! Dolía demasiado. Quema, quema!

Intentaba abrir los ojos pero solo podía gritar y gritar hasta que la sangre borboteaba en mi garganta y la sosegó acallando mis gritos en vano.. En un amago de abrir los ojos lo conseguí, ya no estábamos en la casa, era una especie de jardín, con muchos árboles y flores, a pesar de estar allí, no tenía frio, y está muy húmedo.

–Déjala ahí y acabemos,

–Bien tu primero. Poniéndose de acuerdo.

Me mordieron otra vez, esta vez en la pierna y la otra persona en una mano,  sentía como mi vida se iba pero no lograba tener esos recuerdos que dicen que se tienen cuando te mueres, solo calor y calor, un calor abrasador.

Debía estar viva, ellos se habían ido y no me habían matado.

Intente quedarme quieta pero el dolor que sentía más la camisa no me dejaban respirar! Abrí los ojos y vi a un perro acercarse, me mordió la pierna también pero no sentía dolor. Solo calor…voy a darle una patada pero cuando deje de gritar y me moví hice trizas la camisa, eso fue algo que hizo que me sintiese mejor. Ya no me dolía nada… No escuchaba mi corazón, pero escuchaba a un hombre hablar, los pájaros, las moscas, debía estar libre, debía echar a correr no fuese que en el sanatorio me estuviesen buscando me puse de pie, abrí los ojos.

Un mundo de colores me cegó, es como si estuviese viendo uno de esos sueños en los que yo era totalmente feliz. Con arco iris incluido, Salvo por una cosa, me dolía muchísimo la garganta. Más que doler me arde, tanto como las mordeduras de aquel tipo…

Pero que ven mis ojos! Animales!

Me decido por comer un poco de cerdo, de los que tengo alrededor, pero cuando me di cuenta que el cerdo sangraba algo cambio dentro de mí y un fuerte sonido salió de mi pecho, no lo ignore pero no me siento capaz de controlarlo, y salto directamente al lugar donde salía la sangre. y bebí, me di la vuelta y seguí con un caballo, con una vaca y con un ternero.. Creo que ya estaba satisfecha o al menos no me dolía la garganta tanto.

En cuanto acabe me mire en un espejo que había en una caseta, mire mi ropa, parecía un vagabunda, y en cuanto a mi cara, no sabía cómo era en verdad hasta ese momento,  era la primera vez, al menos no acordaba cómo era mi cara, y bueno mi pelo estaba horrible necesitaba cambios. Mis ojos de un rojo sangre me miran con miedo, más grandes que mi cara, una nariz pequeña asomaba curiosa en ese espejo, mis mejillas demasiado sucias, y mi boca manchada de sangre de animal, al verla el dolor brotaba de nuevo en mi garganta.

 

 

 

 

 

 

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