Nessy llamó a Jacob y juntos nos fuimos a la casa Cullen.
Carlisle y Esme parecieron aliviados al ver a Ness tomada de mi mano y la calma de nuestras expresiones.
Nos acomodamos en silencio en el living y comencé:
–Todos saben que no es nuestra intención oponernos a la boda, sino el hecho de que Jacob aleje a Renesmee de nuestro lado. Por eso él ha propuesto que nos quedemos en Forks.
Hubo un momento de silencio en el que todos intercambiaron miradas valorando lo que acababa de decir.
Rosalie se mordió la lengua pero parecía a punto de comenzar a gritar.
–Creo que podríamos hacerlo. Nuestros respectivos trabajos no serían un problema, porque no es un inconveniente tener que viajar algunos kilómetros, si el problema es que no nos vean por aquí.
Pude ver por el rabillo del ojo cómo se extendía una sonrisa por los rostros de mi hija y Jake.
–Sí, tienes razón, no creo que sea un problema. Dijo Emmet.
–Mientras lo hagamos con cuidado, como siempre, no creo que haya ningún inconveniente– dijo Jazz
– Pero no podemos darnos el lujo de permitir que los Vulturis vuelvan a aparecerse por aquí durante un tiempo.
Me estremecí. Él tenía razón, significaría una sentencia de muerte para la familia si ellos se enteraban que mis padres sabían la verdad.
Los gestos de todos se endurecieron cuando Jazper puso en consideración esto.
Mi mirada de pánico se encontró con los ojos de Edward luego de que le lanzara una de reproche a su hermano, y me pasó el brazo por los hombros.
–Eso es verdad, pero no les daremos motivos para que nos visiten. Dijo Esme.
–Bueno, entonces, ¿nos quedamos? Dijo Alice.
–Sí. Dijo Carlisle
– ¡Bien!. Dijo Jacob
– Ves amor te dije que todo se solucionaría. Y la besó.
Cuando se apartó miró a Rosalie que estaba que echaba humo del enfado.
– ¿Qué pasa rubiecita? ¿A caso no te hace feliz la noticia? Porque yo te eché mucho de menos los últimos años. Le dijo esbozando una sonrisa pícara.
Para sorpresa de todos menos de Edward, que esbozó una gran sonrisa, Jake se levantó y fue hacia ella con los brazos abiertos como si la fuera a abrazar.
Rose dio un salto y quedó a tres metros de donde se encontraba y gruñó a mi amigo.
– ¡No te me acerques chucho asqueroso!. le gritó.
Todos rompieron a reír.
Cuando todo se calmó Ness y Jake se fueron juntos. Estaban felices.
– Oh. Dijo Alice luego de salir de un trance
– Genial.
– ¿Que ves Alice? preguntó Esme.
– Estaba pensando qué trabajo podríamos hacer y…!vamos a poner un negocio para montar bodas!
– Es una estupenda idea. Dijo Rose, ahora más animada
– ¿Dónde?
– Quizá en Olimpia. Dijo Esme, estaba tan entusiasmada como mis hermanas.
– ¿Y tú qué opinas, Bella? me preguntó Alice.
– Pues, es genial. Tendrás mucho éxito. Tú entiendes de eso. No por nada fui la novia más hermosa del siglo en Forks ¿cierto? Le sonreí.
– Gracias– ella me devolvió la sonrisa
– ¿Te gustaría pensar en el nombre de la tienda?
– Claro, veré que se me ocurre– respondí y luego miré a Edward
– ¿Quieres ir a casa?
– Si quieres. Respondió
– Nos vamos, si nos necesitan llámenos dijo Edward.
– ¿Te ocurre algo? preguntó.
– No, sólo necesitaba hablar un momento contigo a solas. Dije
– ¿Cómo estás?
– Bien– respondió algo extrañado por la intensidad de la pregunta.
– Te he notado algo extraño los últimos días,
–no, no conmigo. Le dije cuando trató de interrumpirme
– Es como si… algo te incomodara. Dije
– Si es algo privado te respetaré.
– A veces me asustas. Dijo y sonrió
– ¿Segura que no puedes leer mi mente?
– Cien por ciento segura. Respondí con una risa.
Entramos en casa y nos sentamos en el sofá. Edward me hizo acomodarme en sus piernas antes de decir:
–Está bien. Casi has acertado. Admitió
– Es sólo que… verte tan bien con tus padres me trajo muchas memorias de los míos.
–Oh vaya. Dije. No se me había pasado por la mente que fuera algo como eso. Él casi nunca me había hablado de sus padres. Recordaba vagamente que Carlisle los había nombrado luego de mi desastrosa fiesta de cumpleaños.
Mi mirada recayó sobre mi anillo de compromiso y luego lo miré.
–Lo siento, Edward. Dije apenada y le acaricié el rostro.
–No, no te preocupes. Dijo suavizando las líneas de mi frente con los dedos
– No estoy triste. No me molesta recordar, lo agradezco. Sonrió.
– ¿Por qué nunca me hablaste sobre ellos?
Se encogió de hombros.
–No lo sé. Nunca se dio la oportunidad.
– ¿Y esta es una buena ocasión? pregunté.
–Quizá. Me sonrió
– Conservo más recuerdos de mi madre, aunque tengo fotografías de ambos.
Leah Mi padre era un hombre sereno y responsable. Esperaba que yo triunfara en la guerra, fue él quien me insufló ese tipo de ideales, y yo por supuesto estaba muy entusiasmado.
Dos meses después de que yo cumpliera diecisiete años, él murió a causa de la epidemia de gripe.
Recuerdo más claramente a mamá. Su aroma se me quedó grabado. Era algo especial, duce, suave.
Me amaba tanto como yo a ella. En realidad era un niño mimado, casi tanto como Ness. Rió
– Heredé su serenidad, su inteligencia, su humildad.
La muerte de papá fue un golpe duro para ambos.
Cuando ella enfermó, me vi en la obligación de cuidarla y mi sueño de ser un gran soldado se frustró; pero a decir verdad ya no le daba demasiada importancia.
Puse tanto ahínco en cuidarla, aunque Carlisle me pidió que tratara de no estar demasiado cerca de ella, que al final también enfermé.
Su culpabilidad hizo que ella descuidara su propia salud para ocuparse de mí. A partir de allí, los recuerdos se vuelven aún más borrosos a causa de la constante fiebre, pero vi en la mente de Carlisle que aún inconsciente le pedía a mi madre que se cuidara y tengo imágenes de su rostro crispado por la angustia y las dolencias grabada en la retina…Leah
Escuché su relato sumida en un silencio sobrecogedor. Sentí pena por Edward. No me imaginar a Elizabeth sentada a la orilla del lecho de muerte de su hijo y no pude evitar estremecerme. Comprendí entonces por qué él no había querido hablar mucho de ellos.
– Debió ser muy difícil para ti asistir a los recuerdos de Carlisle sobre ella. Dije.
–Sí, al principio lo fue. Siempre la tomé por una mujer fuerte, indestructible. Me parecía imposible que hubiera muerto, pero lo superé, tuve bastante tiempo para hacerlo.– sonrió secamente. Pero tuve la suerte de poder recuperar todas nuestras cosas. Eso fue un consuelo, al menos.
–Pero luego vino Esme, no quiero decir que haya podido reemplazarla pero…
–Lo sé. Esme siempre me ha querido como a un hijo, estoy muy feliz de ello. Me ha dado buenos consejos, y aliento. Realmente es mi mamá. Y creo que Lizzie también te hubiera querido tanto como Esme, sobre todo al ver lo feliz que me haces.
– ¿Eso crees?
–Ajá.
–Pues tal vez lo es. Quizá ella te cuida desde donde sea que esté como lo hizo hasta el final de sus días.
–Tienes razón.
Le sonreí y me besó.
Su móvil vibró.
–Es Ness. Dijo antes de llevarse el aparato al oído.
– Hola, amor. La saludó
– Claro vamos hacia allí.
– ¿Qué sucede? pregunté.
– ¿Te aguantas la curiosidad unos minutos? No es nada malo. me aseguró.
–Está bien. Dije.
Así regresamos a la casa grande. Él estaba disfrutando de los efectos de mi incertidumbre. Por suerte tardamos poco en llegar.
– Mira Bella– dijo Rose y me tendió un papel.
Era una carta del aquelarre del Amazonas Cuando terminé de leerla miré a Edward, que sonreía.
– ¿No es genial? preguntó Nessy entusiasmada.
–Si…respondí.
–Si ¡por fin algo más substancioso! Dijo Emmet
– Estoy hasta la coronilla de esos insulsos ciervos… me muero por probar una anaconda ¿Recuerdas la última vez Jazz?
El aludido se echó a reír.
–Cómo olvidarlo…solo dijo. Emm también rió.
–Esto es muy anormal…dos noticias estupendas en un día… dijo Jacob.
– ¿Qué quieres decir? pregunté.
–Claro, primero a pequeña Alice que nos promete organizarnos la mejor boda y ahora esto. Sonrió.
–Jake viene con nosotros mami. Me avisó mi hija.
–Oh, qué bien…–sólo dije.
Comenzaba a imaginarme el hermoso paisaje, los carnívoros, los paseos y las aventuras que vivirían en Sudamérica. De pronto estaba muy entusiasmada… o quizá Jazper estuviera haciendo lo que mejor sabía…