Le pasé la mano por el hombro a Bella luego de que nos hubimos alejado un poco de las carcajadas de nuestros hermanos.
Jacob se acercó sigilosamente a mí en su forma lobuna. En ese momento le era muy útil mi don, le estaba ahorrando el tener que transformarse.
– Adelante cachorrito pero como le pase algo a mi pequeña, esta vez sí que te romperé las patas traseras. Tienes cuatro días.
“Gracias” pensó
Bella pareció entender en el acto la naturaleza del pedido y exhaló un suspiro resignado.
– Vamos. Dije a mi esposa, y comenzamos a caminar internándonos en la gran selva.
– ¿A dónde irán? preguntó Bella luego de un momento.
– A un hotel en la ciudad, disculpa por no habértelo dicho todo, pero supuse que entenderías y que estarías de acuerdo conmigo. Vacilé
– Aunque no estoy seguro de querer enterarme de lo que harán estando solos.
– No hay problema, ellos estarán más cómodos en un hotel.
Ella leyó en mi gesto mi malestar.
–Por favor Edward, ambos sabíamos que este día llegaría. A mí también me parece que fue ayer cuando podía cargarla en brazos, pero debemos asumirlo.
Suspiré. Tenía razón.
– Edward. Dijo Alice acercándose
– Les reservé un hotel. Dijo mirando al lobo
–En cuanto a ustedes… vaciló
– Los veremos en tres días.
Me mostró su visión.
– ¿Reconocerás el lugar?
– Sin problemas. Dije.
– Gracias Alice.
– Nos vemos luego, Bella.
– Sí, nos vemos. Dijo Bella y mi hermana se fue con el resto.
Avanzamos varios kilómetros sin prisa, disfrutando del calor del sol sobre nuestra piel.
La vi sonreír, y como siempre sentí curiosidad.
– ¿Por qué sonríes? pregunté y me miró con el ceño fruncido
– Sabes que me gusta enterarme de todo lo que pasa por tu cabeza. Dije suplicante. Sabía que estaba siendo entrometido pero no podía resistirme
– ¿Lo haces a propósito?
Sólo recordaba la primera vez que fuimos a nuestro prado, como debía ayudarle a traspasar algunos obstáculos, ahora todo eso era sencillo. Eso le gustaba mucho.
Volvió a sonreír. Pero noté un pequeño reclamo en el tono de la repetición.
–No te molestes conmigo, por favor. Es sólo que he deseado tanto poder hacer esto…
Me silenció con un beso.
–No me molesta. De verdad, me gusta. Te quiero.
–Yo más. Le dije.
–Mmm… ¿Falta mucho?
–Ya estamos cerca ¿Los oyes? pregunté.
–Sí dijo.
–No podemos acercarnos demasiado, pues saldrían huyendo, los animales son más sensibles al peligro. Comencé a trepar un árbol y ella me siguió.
Podía ver en su mente lo divertido que le resultaba todo aquello, a pesar de no ser nada nuevo, y yo también lo disfrutaba.
Con más sigilo que un felino pasábamos saltando de un árbol a otro, o ascendíamos por las ramas.
–Es aquí. Susurré
– Mira hacia allí. Le señalé el lugar.
La vista era hermosa, no tanto como mi Bella, pero de una belleza admirable.
Había grupos de guacamayos de todos los colores, verdes, amarillos y azules, azules y rojos, y también tucanes. La luz del sol se filtraba entre las hojas dándole a todo un efecto sorprendente
Me reí suavemente de su gesto de sorpresa, y entonces se percató de que se había quedado con la boca abierta. Sonrió.
– Esto es lo más hermoso que he visto Edward. Dijo, pero luego se corrigió.
– Bueno, no en realidad… pero tú entiendes.
Sonreí. Ella pensaba en mí, simplemente había cosas que no podía expresar con palabras.
Tomé algunas fotografías de ella en aquel bello paisaje antes de que bajáramos de los árboles.
Caminábamos con paso lento entre la selva, ella no dejaba de observar toda la naturaleza a nuestro alrededor y yo le enseñaba todo lo que sabía de cuanto nos rodeaba. Cazamos juntos y recorrimos varios kilómetros de selva durante la tarde.
No recordaba que alguna vez en todos mis años de existencia hubiera dejado de importarme el paso del tiempo. Estaba siempre consiente de cada segundo de mi monótona vida.
Pero ahora, junto a ella, hablando, paseando tomados de la mano, el amanecer de un nuevo día me tomaba desprevenido.
– Estamos ya bastante cerca de una cueva natural. Le dije
– Confieso que en un momento fantaseé con venir a vivir aquí en cuanto consiguiera una compañera. Sonreí y ella rió.
– ¿Y no crees que la hayan ocupado? preguntó.
– Es posible. Dije sonriendo de espaldas a ella. Eso era improbable debido su ubicación y a los recaudos que me había tomado.
Entonces oí los pensamientos de un grupo de nativos antes de que se oyeran sus pasos.
– Contén el aliento, dije rápidamente
–Se acerca un grupo de nativos. Trepa Bella.
Obedeció en silencio y sin perder la calma. Una vez fuera de la vista, me di cuenta de que los observaba con curiosidad. Una vez más me daba cuenta de que todo era nuevo para ella, y que actuaba con tanta naturalidad, que me hacía olvidarlo.
–Bien. Dije una vez que la procesión pasó.
– Ahora me vas a dejar que te cubra los ojos. Quiero que captes el paisaje al completo y de una sola mirada.
Se encogió de hombros.
–Como quieras. Dijo. Y Puse mis manos sobre su rostro.
– ¿No espíes eh?
– No veo nada dijo. Avancé lentamente.
– ¿Es eso que escucho el correr de un río? preguntó con entusiasmo, aguzando el resto de sus sentido al no poder ver.
No respondí y busqué el mejor ángulo para que pudiera apreciar el lugar. Entonces la dejé mirar.
Estábamos parados a poca altura sobre el río, de un color turquesa, se veía una gran catarata. De las ramas de los arboles alrededor colgaban lianas y toda clase de plantas silvestres.
– Asombroso. Dijo
– Es hermoso.
– ¿Quieres nadar?
– Claro. Dijo y sin dejar pasar ni un segundo tomó algo de carrera y saltó dando un grito de júbilo. Yo la seguí entre risas.
Había pensado que tal vez se quitaría alguna prenda para estar más cómoda, pero siendo honestos ¿Cuándo había acertado yo en lo que se refiere a sus ideas?
Nadábamos bajo el agua regalándonos los ojos, tomados de la mano. El lecho del río estaba completamente despejado, porque era como si fuéramos tiburones en ese lugar, ahuyentábamos a cualquier ser vivo.
Luego de un momento Bella salió para poder hablar.
– Esto es fantástico.
– Eres aún más hermoso bajo el agua.
–Mmm… no estoy muy seguro de haber visto sirenas en este lugar la última vez que vine Añadí de modo reflexivo. Le sonreí y comencé a besarla con tanto deseo y ahínco que quedamos tendidos sobre las rocas con la totalidad de nuestros cuerpos bajo el nivel del río.
Cuando volvimos a la superficie ella sonreía, y yo no dejaba de besarla. Suspiré.
–Ay, Bella… te juro que no sé cómo hice para vivir noventa años de mi existencia sin ti.
Ella me acarició el rostro.
–Bueno. Dijo luego de un momento
– Quiero ver la cueva.
Le señalé la cascada.
–Está ahí detrás. Le avisé.
Me miró con desconfianza, pero luego echó a nadar hacia la cascada.
–Sólo debemos destapar la entrada, dije golpeando la roca que la cubría, ella me ayudó
– Debes saber que eres la única que sabe de su existencia.
– ¿De verdad? Preguntó.
Asentí.
–La descubrí en una de mis tantas excursiones solitarias. Dije en tono nostálgico.
– Es amplia, estaría bien venir a… se interrumpió a mitad de la frase para leer la inscripción en una de las paredes.
“Amor mío, sigo esperándote paciente. Serás para siempre la dueña de mi corazón y reservaré este pequeño trozo de paraíso terrenal para compartirlo sólo contigo. Te entregaré todo lo que tengo, te protegeré y seré sólo tuyo durante todo el tiempo que dure mi existencia” Edward Cullen 06– 1935.
–Oh…solo dijo
– la tomé de la cintura por detrás y le besé la mejilla. Ella se giró para besarme en los labios, y lo hizo de un modo que me hizo agradecer que no tuviera necesidad de apartarse para recuperar el aliento.
Luego puse la cabeza sobre su pecho y suspiré, mientras ella acariciaba mis cabellos.
–Ya es tiempo de regresar ¿Cierto? De volver a la realidad. Susurró.
Su elección de palabras me hizo sonreír. Nos sentíamos de la misma forma, como si hubiéramos despertado de un hermoso sueño de tres días.
–Sí, eso creo. Debo confesar que he fantaseado mucho con venir a vivir aquí aunque no sé si te gustaría…
–Claro que me gustaría, iba a decirte eso hace un momento, pero me distraje con algo mucho más interesante…
Emprendimos el camino de regreso. Las historias que contar nunca se acababan y así estuvimos entretenidos durante todo el camino.
De a poco la ansiedad se fue apoderando de mí cuando pensé en Jacob y Nessy, pero cuando Bella me preguntó al respecto intenté recomponer mi semblante y le resté importancia.
– Hola hijo, me saludó Esme y me abrazó e hizo lo mismo con Bella.
– ¿Qué tal les ha ido? ¿Te mostró Edward las bondades de la naturaleza amazónica? ¿Hermoso cierto?
–Sí, hermoso– dijo Bella.
“Pff estoy muy seguro de que no hicieron nada más que hablar de la naturaleza. Le diste unas cuantas clases de Botánica, ¿eh Edward? A Rose y a mí tendrán que demandarnos por daño forestal…” pensó mi hermano.
–Por favor, emmet, le dije. No estaba de humor para sus bromas en ese preciso momento.
“¿Qué sucede? ¿No han dis…? Oh, cierto yo también estaría preocupado si hubiera prestado a mi hija como un juguete para perro…”
–Emmet. Casi le gruñí. Él se alejó entre risotadas, una decisión acertada si consideraba que iba a necesitar todos sus miembros.
Entre los árboles oía acercarse al lobo y a mi hija. Jacob había salido de fase, así que ambos llegaron a nosotros por sus propios pies.
Los pensamientos de ambos no versaban sobre lo que me había preocupado. Eso en comparación no era nada. Como técnica de evasión les servía de maravilla. Pero yo estaba más ansioso que unos cuantos segundos antes.
Saludaron a todos tranquilamente, y noté que Bella me lanzaba una mirada nerviosa.
“Tranquilo Edward, ella se lo ha tomado bien” pensó Jacob.
–Si, lo sé, dije y puso los ojos en blanco.
– ¿Qué sucede Edward? preguntó Bella. Ella debía de pensar que estábamos a punto de empezar a darnos trompadas.
– No es nada, Bella. Solo necesito hablar un momento a solas con Ness. Le avisé. Estaba seguro de que en cuanto nos alejáramos Jacob aclararía sus dudas.
Mi hija se acercó a mí con gesto sereno.
–Volveremos en un momento, dije y nos alejamos lo suficiente para poder hablar en privado.
“Ya sabes que no tengo ningún sentimiento encontrado respecto a esto papá. Lo he aceptado, sé que me quieres mucho, y lo pasado es pasado ¿Cierto?”
–Sí, pero de todas formas me gustaría que escucharas lo que tengo para decir.
“Como quieras. Sí te sirve de algo cuéntamel “
– Desde el principio tomé como un deber el proteger a tu madre. Pero no pude evitar lo crucial, porque me enamoré perdidamente de ella, bueno tú ya sabes esa parte… le dije con una sonrisa.
– Los días que pasé en Isla Esme con ella fueron algunos de los mejores de mi existencia.
Pero cuando quedó embarazada de ti, me aterré. Hablé con tu abuelo para extraer el feto y él estuvo de acuerdo, pues no había noticias de nadie que hubiera sobrevivido a algo como eso.
Ella te amó desde el principio.
Como ya te contó Jake, regresamos a Forks rápidamente y entonces ella se arrojó a los brazos de tu tía Rose, leí sus pensamientos y vi que ella quería tenerte, eso era una completa locura… intenté razonar con ella, pero no hubo forma de que cambiara de parecer.
Alice no podía ver su futuro desde que había tomado la decisión de tenerte, así que eso nos volvía aún más impotente.
Tuvimos un fuerte enfrentamiento, entonces comprendí que Esme y emmet estaban con ellas y también que la salud de tu madre se debilitaba más rápidamente en situaciones estresantes.
Bella sufrió un ataque de llanto y culpa de tal envergadura que me hizo desistir de la discusión instantáneamente.
Por eso me limité a pedir que al menos nos dejaran a tu abuelo y a mí darle los cuidados básicos.
Entonces llegó Jacob, le conté todo y él me cantó una vez más todas mis verdades, bueno, tú sabes que él también estuvo enamorado de tu madre.
Y estaba tan desesperado que le pedí que me matara si ella no sobrevivía. Y él aceptó el trato.
Entonces, la manada decidió acabar con tu madre y Jake y Seth se separaron para advertirnos.
Ese día fue uno de los más largos y agónicos de mi existencia, trataba de controlar la angustia en mi rostro cuando tú mamá estaba despierta, pero me sentía morir a cada segundo a su lado sin poder hacer nada.
En cambio Bella era de lo más optimista, aunque se daba cuenta de lo mucho que yo sufría y trataba de consolarme diciendo que iba a resistir.
El principal problema era que su cuerpo no asimilaba los alimentos humanos, así que Jacob tuvo la idea de suministrar sangre a tu madre. Leah
–Bueno él dijo que tú fuiste el de la idea… dijo tranquilamente.
–Sí, pero lo escuché en una charla con tu abuelo. Fue impresionante la mejoría a partir de entonces, podías verlo en su tez, en sus ánimos, entonces por primera vez tuve esperanzas de que todo terminara bien.
Fue entonces cuando oí por primera vez lo que pensabas… fue sorprendente, en un principio pensé que eran los de tu mamá, pero cuando me di cuenta de que eras tú casi me caigo de bruces.
Me hiciste saber que te gustaba el sonido de su voz y el de la mía y luego de seo todo fue más fácil.
–Sí, dijo
– ¿sabes? si hay algo que no me puedo imaginar… leí el resto de su pensamiento y le respondí.
–Tienes razón, Leah fue muy dura con tu madre esa vez, dije
– Le dijo que Jacob la estaba pasando realmente mal, y he echó culpas por todo… tuvo suerte de que en ese momento prevaleciera mi caballerosidad sobre mis ganas de tirarla de cabeza al río.
Ella se rió. Suspiré.
– ¿Estás mejor? dijo tomándome la mano.
–Sí, dije
– Me siento liberado, sonreí.
– Siempre estuve dispuesta a aceptar todo esto, no estoy enfadada con nadie, las cosas se dieron así, fueron momentos difíciles y se pensaron o se hicieron cosas de acuerdo a eso, pero creo que debemos ocuparnos del presente y del futuro…
– Y de una boda a punto de celebrarse, recordé, algo enfurruñado.
– Por favor, papá, me rogó.
– No te pongas difícil, ¿Vale?
– Está bien, de todos modos nunca hubo demasiado que pudiera hacer respecto de seto, así que…
–Bueno regresemos antes de que a mamá le dé un ataque de preocupación.
–Sí, vamos, comenzamos a caminar otra vez.
– ¿Te gustó la ciudad? le pregunté.
–Sí, estuvo bien, he probado varias comidas y estuvimos muy cómodos en el hotel… se sonrojó y no me miró mientras hablaba.
Apreté los dientes al ver que se esforzaba por evadir ciertos pensamientos, era realmente buena en ello… Alice y sus clases de evasión.
Bueno lo prefería así había cosas en las que era mejor ni pensar. La ignorancia era casi necesaria en este caso.
– Ness, ¿vienes conmigo un momento? le dijo Zafrina y se la llevó.
– ¿Estás bien?
– Sí, se lo tomó con mucha serenidad y madurez, estoy impresionado, es todo.
– Es tu hija, te ama, por supuesto que te iba a entender.
Sonreí.
– Bueno– dijo Kachiri– fue un honor tenerlos aquí estos días. Carlisle dice que partirán a Forks esta noche.
– Sí, ya extrañamos nuestro hogar, dijo Rose acercándose.
– Necesito champo.
Nos reímos juntos.
Pasamos charlando el resto de la tarde y a la noche partimos hacia la ciudad dejando atrás la gran selva