– No Emmett Dijo Rose furiosa mientras penetraba en la estancia
– Siempre es no. Claro, pero cuando el señorito se dispone a viajar horas en busca de un oso, yo no puedo negarme. se quejó.
– Oh, vamos Rose. Le dijo Emmett, mientras la seguía
– No me pidas que vaya contigo de compras a la ciudad; yo tengo mis planes ¿Por qué no fuiste con las chicas?
Pero Rosalie no se había quedado a contemplar sus excusas, sino que subió a su cuarto y se encerró.
Emmett me miró con rostro suplicante y lo único que atiné a hacer fue sonreírle y encogerme de hombros.
Alice y Jazper soltaron una carcajada y mi hermano volvió a salir apabullado y lo escuché encender el motor del Jeep. Esa era su forma de actuar siempre que se peleaba con Rosalie.
Ella no había ido con Bella, Esme y Nessy porque quería que él la acompañara.
Alice y yo sabíamos que en realidad ella le tenía preparada una sorpresa que mi hermano se perdería ahora.
Nos hubiéramos ingeniado para avisarle de alguna forma si Alice hubiera previsto su negativa, pero eso no ocurrió.
Esa tarde estaba aburrido hasta lo imposible. Miraba un programa de noticias en la TV para hacer pasar el tiempo, siempre demasiado lento cuando no estaba en compañía de mis amores.
Cuando terminó el programa, fui al piano, tratando de bloquear los pensamientos amorosos que mis hermanos tenían el uno para el otro mientras charlaban; A veces les era sencillo olvidar que podía leerles el pensamiento.
Comencé a interpretar una melodía al azar, mientras mis pensamientos se centraban en Bella por supuesto.
Estaba más que feliz por la facilidad con la que se había adaptado a esta nueva vida, todavía no podía creer que se comportara tan racional siendo una neonata, tanto le había temido a esa etapa y ahora la sorteaba como si nada…
Pero aún más importante era que ella estaba feliz. No voy a negar que le dolía el hecho de que sus padres morirían y ella no los vería, pero tendría tiempo para superar el dolor y vivir feliz a mi lado y al de Reneesme, eso la consolaba…
Otra de las cosas que me entusiasmaba era que había logrado completo control sobre su escudo mental. Disfrutaba sobremanera de nuestras “sesiones” nocturnas, en las que Bella me mostraba sus pensamientos y recuerdos. Anhele tanto poder leerle la mente cuando era humana y ahora todo era perfecto…
– Edward” la voz mental de mi hermana me sacó de mis cavilaciones
– Acabo de ver que dentro de 38 segundos vendrás a preguntarme a qué hora llegaran Bella y las demás. Me dijo
– “Así que te respondo: llegaran en 20 minutos”.
Me Reí antes de responderle:
–Gracias, Alice.
–“Por nada” pensó.
Y percibí que se levantaba del sillón al lado de Jazz para sentarse en el ordenador, mientras escaneaba el futuro para ver lo que habían comprado las chicas, era una curiosa incorregible.
– “Música, eso es lo que necesito” pensaba mi hermano
–“Pero ¿qué escuchar?… Momentos después Rosalie salió de su cuarto, su mente estaba un poco más en calma, y acompañó a Alice, mientras revisaban distintas combinaciones con su ropa.
Comencé a tocar una nueva melodía, mientras algunos recuerdos de la batalla acudían a mi mente. Recordé a Nahuel, lo que me llevó a Nessy.
Siete años. En siete años mi niña sería adulta. Eso me preocupaba en cierto modo.
Jacob estaba feliz, por supuesto, y aunque sabía que él sería bueno para Renesmee, yo era su padre y no podía decir que hubiera aceptado su relación, no de momento…
Debía pesar en el presente, pensar en el futuro no me estaba ayudando.
Ella era ahora mi preciosa niña de ojos chocolates, mejillas encendidas y sonrisa reluciente.
De pronto invadió mi mente el recuerdo que Bella me había enseñado sobre mi hija y sonreí.
– Vi muchas veces esa expresión es tu rostro. Había dicho.
Eso era cierto, muchos de sus comentarios habían arrancado esa mueca de mi rostro, pero esa no era su favorita, a ella le gustaba mi sonrisa, por supuesto que lo sabía, involuntariamente me había mostrado mi rostro sonriente infinidad de veces en nuestras sesiones. Y a mí claro, me encanta el brillo de sus ojos cada vez que le sonrío…
De pronto capté el hilo de lo que estaba tocando, era su nana, por supuesto. Me reí bajito.
En ese momento escuché el ruido de las ruedas de mi Volvo por la autopista. Mi tarde en soledad llegaba a su fin.
Me levanté cuando ellas entraron, todas estaban empapadas, pues afuera había tormenta.
– Hola. Las saludé.
– Hola hijo, ¿qué tal tu tarde?
– Larga. Respondí.
– Me imagino. Dijo Esme.
– Igual que la mía. Dijo Bella y me besó. Trató de apartarse, pero para mí era demasiado
Pronto, así que la atraje y la besé apasionadamente, ella me respondió con el mismo entusiasmo.
Esme carraspeo y Nessy rió, por lo que tuvimos que aparatarnos. Si hubiera podido Bella se habría sonrojado, estaba seguro.
– Hola amor. Le dije a mi hija y le besé la mejilla
– ¿Lo pasaste bien? le pregunté.
– Si papi, fue divertido, fuimos a muchas tiendas y me compraron muchas cosas lindas.–.
– ¡Qué bien! le dije
– ¿y me extrañaste? le pregunté haciendo un puchero.
– Sí. Dijo y sonrió
– Me hubiera encantado que vinieras con nosotras.
– Lo sé. Respondí. Pero necesitaban una salida sólo de chicas.
– Eso es cierto. Coincidí.
– Pero tienes suerte. Agregó.
– ¿Y por qué? pregunté aunque sabía la respuesta.
– Pues, porque puedo mostrarte todo lo que hice tontito. Respondió en tono divertido.
– Oh, cierto. Le dije y me reí.
Luego la alcé del suelo mientras ella me abrazaba y la llevé al sofá.
– Enséñamelo, entonces. Le pedí y ella me tocó la cara antes de que comenzara el ya conocido flujo de pensamientos.