Me llamo Arya, tengo 33 años y es mi primer viaje sola, decidí hacerlo así, ya que todo el mundo decía que para conocerse a sí mismo tendría que viajar sola, me iría siendo una persona y volvería siendo otra.
Dos días después de encontrarme en los picos de Europa….
Había mucho humo por todas partes, la colina estaba iluminada por las llamas que empezaban a verse en el horizonte. Por un segundo me quedé paralizada detrás de los cristales de mi ventana admirando el fuego hipnotizador.
De pronto, puedo escuchar lo que parecen golpes en la puerta que me sacan del hechizo de las llamas del monte miro hacia los lados sorprendida por el alboroto, vuelven a tocar a la puerta, esta vez más rápido, parecía tener prisa. Toc ,toc ,toc.
El llamamiento en la puerta no cesaba, se escuchaban algunas voces varoniles del otro lado de la puerta y mucho alboroto, después de unos segundos en los que me dio tiempo a buscar algo que ponerme por encima del camisón abrí la puerta.
Delante de mí, un hombre de 1,80 muy fornido y con la cara manchada de negro carbón. Mis ojos recorrieron desde sus pies hasta sus ojos hasta que me di cuenta que era un guapísimo bombero con cara de preocupación.
- Buenas noches. Me llamo Carlos. Me dijo.
- Hola buenas noches .Respondí.
- Estamos avisando a todos los huéspedes de las cabañas para que cojan parte o todas las pertenencias, el fuego está muy cerca y será mejor que vayan a otro lugar más seguro. El viento va a cambiar y toda la zona se llenara de humo. Me ordenó con voz suave.
- ¿Cuánto tiempo tengo? Pregunté nerviosa.
- Cuanto antes salgas de aquí, menos peligro correrá.
Se dio la vuelta y fue a otra puerta a llamar, había como unas 20 cabañas así que tendría tiempo de sobra para cambiarme y recoger mis cosas lo más rápido que pudiese. Cerré la puerta, busqué mi maleta y el neceser, rápidamente me puse las mayas térmicas y el polar aunque era verano en la montaña por las noches hacia fresco. Corrí al baño, abrí el neceser y eche dentro todas mis pertenencias sin mirar, lo cerré como pude y me encamine a la habitación donde estaba la cama con mi maleta abierta y la chimenea encendida.
Abrí el armario, cogí toda la ropa que cabía en mi abrazo y la metí en la maleta sin doblar, afortunadamente no la había llenado en esta ocasión y sobraba espacio para meter todo lo que tenía. Empecé a enumerar mis bienes para asegurarme que no quedaría nada dentro de la habitación, ropa, secador, peines, calzado.. Casi lo tenía todo listo para marcharme cuando el Bombero volvió a entrar en mi habitación, esta vez sin tocar a la puerta.
Se colocó detrás de ella y pude ver en su cara en sus ojos el miedo y la tensión.
- El viento ya ha cambiado, no podemos salir. Todo está lleno de humo, las llamas se acercan. Exclamo con voz entrecortada.
- No tengo miedo, saldremos de aquí. Manifesté mientras me acercaba a la ventana.
Había caminado por los alrededores de las cabañas y tenían un gran cortafuegos , no nos eximia del humo.. Pero no moriríamos quemados.
- Tenemos que tapar todas las rendijas con trapos mojados, nos ayudara con el humo. Exclamo mientras echaba agua en la chimenea para apagarla.
- Claro, tengo toallas de sobra.
Entramos en el baño, había un par de ellas mojadas ya que antes de cenar me di un baño relajante con velas y vino. Las mojamos hasta que escurrieron agua, una la colocamos en el borde de la puerta, otra en la puerta de la terraza, otra más en el la ventana. Carlos se aseguró que estábamos aislados por completo. Solo faltaba la chimenea, entre las brasas aún estaban los palos humeantes que él había tratado de apagar con la botella de agua.
Una vez sellados todos los puntos, Carlos se apoyó en el saliente de piedra que había en la ventana y miro al horizonte, la verdad es que casi no se podía ver nada, solo humo negro y la luz del fuego consumiendo el paraje.
Estábamos atrapados por el humo, su nerviosismo era evidente aunque las manos no le temblaban, a mí tampoco. He admirado la labor humanitaria que ellos hacen toda mi vida y ahora podría verlo desde cerca con un jovencísimo bombero que había decidido meterse en mi cabaña y protegernos a los dos.
Silencio, apenas se escuchaba nuestra respiración y el viento ennegrecido golpeando la cabaña, nos asustó la radio que llevaba colgando del pantalón, supongo que la persona que estaba al mando quería saber cómo nos encontrábamos, si estábamos bien.
- Gondor 6 ¿estáis todos bien? Preguntaron desde la radio.
- Gondor 3, en la cabaña 18. He contado dieciséis personas que han salido con gondor 2 y gondor 4. yo me encuentro en la cabaña con una joven, estamos sellados y aislados. Gondor 2 y gondor 5 sin señales.
- Gondor 2 y 5 están aquí conmigo, han sacado a los dueños y a los trabajadores del complejo.
Permanecí en silencio escuchando las instrucciones que le mandaban por la radio, tenían todo el foco controlado y pronto podríamos salir y volver a la normalidad. El olor a madera quemada estaba por todos lados comenzando a agobiarme un poco aunque sabía que estaba a salvo.
Me aproxime a la ventana donde estaba el jovencísimo bombero apoyándome junto a él a observar por la ventana. Humo ennegrecido, la fuerte luz de las llamas estaba mucho más cerca que antes, podían medir fácilmente los tres metros de altura.
Nos mirábamos intentando intuir quien de los dos tenía más miedo, pasó su brazo por encima de mis hombros e intentó mantenerse tranquilo para poder transmitirme a mí el mismo sentimiento. Estaba asustada pero tranquila, son sentimientos encontrados, asustada por que nunca en mi vida me había visto en una situación igual y tranquila porque tenía a un superbombero conmigo y estaba segura que no nos pasaría nada.
Instintivamente me acerque más al chico, nos miramos por unos segundos, me acerqué unos centímetros, estábamos muy cerca, podía ver sus pupilas dilatarse y como sus ojos recorrían mis labios…
- Estaremos solos un buen rato. le dije animada.
- Eso parece. Me respondió.
Me acerqué hasta que sus labios estaban a milímetros de los míos. Su olor a hombre, sudor y humo me extasiaba. Un escalofrío me recorrió el cuerpo deseando besar al bombero desconocido que se había encerrado en la cabaña conmigo, ésta vez alcé la vista, levanté la cabeza le mire los labios y continúe acercándome hasta que los besé. Carlos no se movió ni un centímetro, su cuerpo también deseaba besarme. Clavo sus ojos marrones en los míos y me devolvió el beso, esta vez no fue tierno y suave como el anterior, me agarro el cuello acortando todas las distancias y sujetándome con la otra mano por la espalda me beso, llego con su lengua a todos los rincones de mi boca, su sabor a melocotón, su olor a humo se disipó esparciendo sus besos con sabor melocotón por todo mi ser, fundiéndome en ese momento con él.
Nos dejamos llevar, mis manos se amarraron a su cuello mientras nuestras lenguas se acariciaban. Volvimos a mirarnos, me besó la nariz mirándome a los ojos, conseguía que me deshiciese con el sabor a melocotón y aquellos ojos. Sus manos subían y bajaban por mi espalda desde el cuello hasta el trasero. Sus manos tenían un tacto suave, estaban calientes, casi tanto como las llamas de allí fuera. Toqué su pecho subiendo hasta el cuello, por debajo de su mandíbula, mientras nos seguíamos besando… Me sentía muy cómoda aunque nunca imagine que en este viaje iba a pasar nada parecido.
Acarició mi trasero con las dos manos apretando los glúteos fuerte pero delicadamente y me alzó sobre él , enredé mis piernas alrededor de su cintura aprisionándome contra la pared pude ver en sus ojos el deseo y la pasión recorriéndolos desde el iris hasta la pupila, me besaba más deprisa, ansiando mi boca mientras torpemente nos quitábamos la ropa.
- Te deseo. Susurró bajo un gemido.
- Y yo a ti, hagámoslo. Le respondí con voz agitada.
Tan pronto acabe de decir la última vocal, comenzó una lucha de besos, caricias mientras tratábamos de quedar desnudos al completo. Me arrastro hacia el otro lado de la habitación, mis pies colgaban de sus caderas, poco a poco me froté con su entrepierna.
Estábamos desnudos sobre la cama, me beso los pechos acariciándolos con sus enormes manos, continuo bajando por mi ombligo mientras yo me arqueaba de placer. Llegó al clítoris y con un suave balanceo consiguió arrancar de mi boca un gemido, al escucharme , saboreo cada centímetro de mi entrepierna y yo, decidí disfrutar el momento dejándome llevar, cuando estaba más a gusto note que ya no me tocaba, Carlos, de rodillas, estaba soplando sobre mi cuerpo mientras se ponía el preservativo mientras mi piel se erizaba llamándole.
Se puso sobre mi cuerpo, mirándome otra vez con esos ojos fogosos, me beso la nariz hasta alcanzar mis labios, en aquel momento justo cuando mi lengua rozaba con la suya, presiono con la punta de su glande sobre mi vagina y se introdujo muy despacio y completamente dentro. Estaba completa y llena, su lengua llego hasta mi campanilla derritiendo su saliva en mi boca, en aquel momento empezó a bombear mientras sus manos agarraban mi cadera, tenía una gran sensación de placer, su pubis rozaba mi clítoris mientras su pene tocaba mi punto G, bombeo por unos minutos y pronto ambos llegamos al orgasmo, no podía aguantarlo, era imposible con la sensación gloriosa de poder gemir, gritar ante aquella explosión de placer.
Acabamos, nos quedamos abrazados en la cama mirando por la ventana el fuego y el humo cada vez más pequeño. En la radio que tenía para comunicarse con sus compañeros, apenas se escuchaba ninguna orden para él, ya que sabían que estaría a salvo dentro de la cabaña.
Seguimos mirándonos, de vez en cuando algún beso solitario recorría mi frente o su pecho.
Allí, abrazados acabo la noche para nosotros.
Continuara……
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Muy bueno .. Seguiré lellendo mas seguido.
Gracias por leer lo primero!
🙂
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