Noche de Fin de Año II
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En destino.

Hablando de los acontecimientos vividos estos últimos meses, las maravillas que ella había descubierto en Málaga, la maravillosa temperatura de Andalucía entera en invierno, La majestuosa Sevilla, Jaén y sus burros. Aunque había sufrido mi ausencia, estaba claro que le encantaba vivir en un ambiente más cálido del que ambos conocíamos desde pequeños.

Después de superar los últimos cerros por fin apareció ante nuestra vista el mar, el puerto con sus barcos que se movían saludándonos con las idas y venidas de la marea. Una vez al nivel del mar pasábamos frente al muelle me pediste que fuésemos a comer algo, tenías hambre y así descansábamos del viaje unos momentos. Accedí y nos ubicamos  en un lugar de comidas marinas con una preciosa vista del puerto, unas raciones de marisco en zumo de limón y un pulpillo, lo acompañamos de un rico vino blanco helado. Nos hicieron desear un lugar cómodo donde descansar y poder dar inicio a nuestro tiempo junto. Así, cuando acabamos  salimos del lugar  apresuradamente, caminamos abrazados por un costado del muelle, mirando los buques deseando poder pasear en el mar en uno de ellos, nos miramos y besamos apasionadamente.

Nos encaminamos entonces al coche otra vez para llegar pronto a nuestro destino. Rápidamente cruzamos los puentes de las rías. Unos kilómetros más allá, estábamos entrando en el estacionamiento del hotel que sería nuestro refugio por estos días. Nos registramos, pedimos la habitación del último piso, con vista al mar y terraza. Subimos en el ascensor, acompañados de una camarera. Nos mirábamos cómplices y ansiosos por llegar y estar de nuevo a solas. Tan pronto estuvimos frente a la puerta, me tomaste la mano, la mujer que nos acompañó abrió la puerta, nos hizo pasar y dejó nuestras cosas dentro, dándonos algunas indicaciones se despidió amablemente, tan pronto cerró la puerta me miraste con deseo, de inmediato sabía lo que ansiabas y necesitabas.

  • te deseo. Te dije.

En ese momento nos encontrábamos uno a cada lado de la cama, sin decirnos nada más  solo mirándonos comenzamos a desvestirnos por separado, te quitaste el calzado, la blusa y tus pechos desnudos se agitaron, soltaste la falda que cayó de inmediato. Te quitaste enseguida el tanga quedándote de pie mirándome, desnuda. Después de admirar tu cuerpo desnudo rápidamente también quite el calzado, mi polo quedando con el pecho descubierto, me quite los pantalones y baje mi slip, presentándome erecto ya del deseo. Conteniendo ambos el deseo de lanzarse sobre el otro, nos subimos a la cama de rodillas, nos acercamos, reunidos en el centro de la cama nos abrazamos, mi pene se presionó contra tu vientre y tus pechos con el mío, enseguida nuestras bocas se unieron en un beso que, enredando las lenguas parecía que nunca iba a acabar. Las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro acariciando todo, cada rincón ansiado estos meses atrás. Era necesario unirse, entonces te tome en mis brazos recostándote sobre la cama, me ubique de rodillas entre tus piernas, acaricié tu sexo y tu acariciaste el mío, entonces baje recostándome levemente sobre ti, tu mano dirigía el acercamiento de nuestros sexos hasta que se tocaron, una chispa pareció producirse, nuestra mirada se encontró y en un beso tus labios vaginales se abrieron permitiendo la penetración de mi pene en tu cuerpo, nos miramos excitados sintiendo ambos todo el placer de la penetración, milímetro a milímetro, hasta que toqué el fondo, tu cara estaba roja de encendida y con una voz apenas audible, me dijiste

  • Quiero mi orgasmo ahora, después jugamos, ¿Si cielo?
  • Lo que tú pidas cariño, te respondí.

Inmediatamente nos arrebatamos buscando cada cual su orgasmo. Tus caderas se empujaban contra mí, yo buscaba penetrarte cada vez más profundo, tu facilitabas mi acción abriendo tus piernas y rodeándome con ellas, con esta situación muy pronto ambos comenzamos a sentir los primeros arrebatos. Fue así  cómo nos perdimos con pasión y fuerza dejándonos llevar por toda la excitación y erotismo que nos daba el sexo, diste un grito que me hizo estallar fuertemente, ahora un fuerte suspiro tuyo acompaño mi segundo espasmo, un nuevo grito tuyo y presione con toda fuerza contra tu vulva gozando  de otros dos espasmos más , al tiempo que sentía como convulsionaban tus paredes, yo gemía de placer y tú estabas completa gozando del orgasmo, en el quinto espasmo de mi pene caí rendido sobre ti,  me abrazaste presionando mi sexo con el tuyo, como estrujándolo,  aún podía sentir como tu vagina disfrutaba del placer. Levante mi cabeza para encontrarme con tu cara y fundirnos en un beso mientras nuestros cuerpos se fundían en el reposo de nuestros mutuos orgasmos .Tras largos minutos en silencio arrebatados por el placer, comenzamos a reaccionar y separándonos nos agradecimos con besos eternos  el placer que nos habíamos dado prometiéndonos muchos más placeres en los días que teníamos por delante.

Nos separamos, fuimos a ducharnos, nos refrescamos y vistiéndonos muy livianos, ordenamos nuestras ropas, nos servimos unas bebidas  que había metido en la nevera portátil del coche, fuimos a sentarnos en la terraza de nuestra habitación a contemplar el mar y planear algunas cosas para hacer estos días.

El sopor del sexo reciente y las tapas de marisco nos hizo caer en un sueño profundo que compartimos juntos en la cama, de repente en medio de sueños sentí una erección, sensaciones familiares  envolvían a mi pene, lentamente fui despertando de mi sueño y pude verte ubicada entre mis piernas comiendo mi sexo y sonriendo me dijiste:

  • ¿Es un buen despertar, mi amor? Preguntó.

Asentí con la cabeza y te acercaste a mí para besarme e invitarme a que saliéramos a pasear por la noche. Una ducha y nos arreglamos para salir a disfrutar de la noche de nuestro primer maravilloso día juntos.

 

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